El Evangelio A la Luz del Cosmos 

ción moral de perfección es una resultante natural de la dinámi-

ca perfeccionada de la Ley Divina, es decir, de la parte al Total.

Pregunta: 

¿Cuál es la concepción de perfectibilidad que el 

hombre debe tener cuando se encuentra subordinado al ritmo 

perfeccionado de la Ley Única y regente del Cosmos?

Ramatís: 

Es natural que debéis recurrir a los conceptos bá-

sicos, relativos y conocidos en vuestro mundo físico, para poder 

deducir comparativamente lo mejor posible del Absoluto. Si el 

animal representa la fase primaria que proyecta y plasma la 

futura configuración humana, el hombre, a su vez, es la fase 

primaria de la concepción del “superhombre” o futuro ángel. 

Para vuestro entendimiento, el ángel o superhombre debe ser 

la criatura emancipada de las ilusiones, pasiones, caprichos y 

deseos que aún lo atan a la materia. Ha de tener una conciencia, 

plena de conocimientos, los cuales sean la suma de todas las 

experiencias efectuadas en los mundos educativos del univer-

so físico, libre de problemas y deseos, que puedan imantarlo a 

la periferia de los orbes planetarios. Nada debe atraerlo hacia 

el campo gravitacional de lo físico, pues debe estar totalmente 

desligado de los hechos y fenómenos de la vida humana, como 

si ellos jamás hubieran existido.

En caso contrario y a pesar de situarse en los ambientes 

paradisíacos, no usufructúa la ventura que el ambiente ofrece, 

puesto que aún le laten en su mente los placeres, deseos y pasio-

nes de orden físico 

[1]

. El ángel o superhombre es la entidad que, 

en base a su liberación absoluta de los eslabones que pudieran 

a atarlo a la tierra, se puede mover con pleno derecho en el 

tránsito incondicional que ofrece el Cosmos, sin llegar a sufrir 

cualquier atracción del mundo exterior de la materia.

Cabe aquí la reproducción del siguiente párrafo del capitulo “Entrenamiento 

para la Muerte”, de la obra Cartas y Crónicas, por el espíritu del Hermano X a 

través de la mediumnidad de Chico Xavier, que así describe:

Preliminarmente, admito que deba referirme a nuestros malos hábitos. La cristali-

zación de los mismos, aquí, es una plaga tiránica. Comience siempre, por renovar 

sus costumbres, como el plato de cada día. Disminuya gradualmente la voluptuo-

sidad de comer carne de animales. El cementerio en la barriga es un tormento, 

después de haber sufrido una gran transición. El lomo del cerdo o el bife angosto, 

aderezado con sal y pimienta, no nos colocan mucho más allá de nuestros antepa-

sados, los nombra de las cavernas, que se devoraban los unos a los otros.

Los excitantes largamente ingeridos, constituyen otra peligrosa obsesión. He visto 

a muchas almas, aparentemente muy sensibles, que a la primera invitación, se 

encuentran dispuestas a cambiar el Cielo por el whisky o por el alcohol de su pre-

ferencia. Y no olvide, que siempre que le sea posible, evite los abusos del fumar”.

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