El Evangelio A la Luz del Cosmos 

Siendo así, el Maestro Jesús no se preocupó ni se preocupa 

en “juzgar” o “censurar” al espíritu del hombre, que aún transita 

por el curso del egoísmo en su peregrinar reencarnatorio, que 

es el proceso iniciático y formativo de la conciencia espiritual, 

lanzada en la corriente evolutiva de la materia planetaria. Es 

razonable y también justificable que el hombre inmaduro prac-

tique injusticias bajo los impulsos y hechos incontrolables de su 

intimidad egocéntrica y animalizada, y nada de censurable se ve 

en ello. Pero, para que el ser adquiera el sentido de la justicia, es 

evidente que debe ser sometido a la rectificación de todo cuanto 

hace de injusto, conforme lo disciplina la Ley del Karma.

En .verdad, no existe departamento de penalidades creado 

por Dios, a fin de juzgar y condenar a los espíritus que pecan 

por las injusticias cometidas, sino que esa Ley, en su pulsación 

impersonal y responsable por la armonía y equilibrio del Cos-

mos, equilibra cada cosa y cada ser en su frecuencia electiva, 

tal como el músico desafinado es advertido por el Maestro, rara 

que retome el ritmo armónico del conjunto orquestal. Que los 

pensamientos del hombre sean deliberados o intempestivos, 

haya arrepentimiento sobre el mal acto realizado o continúe 

siendo un insensible en el trato con la humanidad, le cabe a la 

Ley providenciar el reajuste o eliminar el defecto de la pieza 

desequilibrada de la pulsación armónica del universo.

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