El Evangelio A la Luz del Cosmos 

nuestro espíritu esa incorrecta forma de comportarnos o «me-

dir al prójimo» por causa de nuestra mediocre noción sobre la 

justicia? ¿Cuántas veces sufrimos aflicción y arrepentimiento 

sincero de los males que causamos involuntaria o voluntaria-

mente al prójimo? ¿Cuántos de nosotros daríamos años de vida 

para deshacer un hecho censurable que hemos cometidos en un 

momento de rabia o insania espiritual?

Ramatís: 

No debemos olvidar que la esencia esotérica del 

pensamiento de Jesús, enunciada en el Evangelio, es el reflejo de 

las leyes que coordinan y orientan la vida del espíritu inmortal 

en la organización y evolución de su conciencia individual. El 

Divino Maestro jamás condenó al pecador, pero le advirtió in-

sistentemente respecto al perjuicio que causa el pecado. A través 

del Evangelio, ilumina el camino de los hombres y les señala los 

escollos de los vicios que aniquilan, los abismos de las pasiones 

peligrosas, del poder y de las falsas glorias humanas, que perju-

dican la verdadera vida del espíritu inmortal. Enseñaba que la 

prudencia era un medio eficaz para evitar los deseos impuros, y 

la sensatez, para que el espíritu encarnado mantuviera el exacto 

rumbo del norte espiritual. Recomendaba al hombre que su-

piera vivir sobre el mundo material, sin interferir sobre la vida 

de sus compañeros en prueba. Advertía respecto a la ambición 

humana, que se desmedía por la posesión de los “tesoros que 

la polilla come y el herrumbre deteriora”; sobre el peligro del 

orgullo, que explota cual fuego de artificio y luego lanza al espí-

ritu en el infierno fluídico de los charcos purificadores del astral 

inferior. Recordaba que la perversidad no debía aplicarse con 

nadie, porque después hería trágicamente al propio autor, en 

la ley implacable del choque de retomo, “donde cada uno ha de 

sufrir conforme a sus obras”. El Evangelio no es un juzgamiento 

ocondenación para los espíritus incipientes, que se conturban

en el largo recorrido de la escala espiritual, a través del mundo 

de las formas; sino que es un “Código Moral” de vida superior, 

algo semejante a un manual cívico que disciplina la conducta 

del futuro ciudadano sideral, bajo la miniatura esquemática de 

las leyes del universo. No es su función disciplinar a los hom-

bres para que vivan felices en la vida humana y transitoria, pero 

sí un tratado sublime y catalizador de las conciencias, para una 

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