El Evangelio A la Luz del Cosmos 

tolas; en la época del “sílex” arrastraba a la compañera del veci-

no por los cabellos a través de los campos a fin de satisfacer sus 

instintos animales; ahora, practica el mismo acto, traicionero e 

innoble, pero lo hace elegantemente, conduciendo a la vecina en 

un “último modelo” hacia lugares convenientes. Es indiscutible 

que no cambió su categoría moral; sólo progresó en los medios 

usados. El salvaje, viajaba otrora durante un mes a caballo, con 

la intención de clavar su cuchillo en el vientre de su enemi-

go; hoy, gracias a los éxitos científicos y técnicos del mundo, 

el hombre civilizado desayuna en New York, toma un avión a 

propulsión, almuerza en Lisboa, y por la tarde, mata a su adver-

sario en París con un certero tiro electrónico.

Pregunta: ¿Qué 

les podríais aconsejar a aquellos que de-

sean transformar la tierra en un mundo de paz, pero carecen de 

medios para conseguirlo?

Ramatís: 

Cuando el alumno diligente, estudioso y respon-

sable comprueba que en nada puede contribuir para modificar 

la escuela primaria y elevar la conducta de sus colegas, sólo le 

resta una decisión: dedicarse paciente e integralmente al estudio 

liberador y promoverse, lo más pronto posible, en sus exáme-

nes, a fin de poder desligarse de la dura escuela, que pertenece 

a los alumnos dañinos, irresponsables y rebeldes. Lo mismo le 

cabe al espíritu encarnado en la tierra; cumplir disciplinada y 

devotamente las lecciones para su pronta liberación del yugo 

de la materia, atendiendo el amoroso llamado del Cristo, que 

así le advierte: “A cada uno le será dado conforme a sus obras”, 

y agrega: “Quien desee alcanzar el reino de los cielos, tome su 

cruz y sígame”.

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