Ramatís

examinar los conceptos evangélicos. Los conceptos de “quien 

con hierro hiere y con hierro será herido” y “a cada uno le será 

dado conforme a su obra” o “el hombre pagará hasta el último 

centavo”, son principios insofismables de la “Ley del Karma”, 

reforzados por el dicho popular que dice: “Quien siembra vien-

tos cosecha tempestades” o “’El mal que se siembra de noche, se 

recoge de día”.

Cuando Jesús aconsejaba que el mayor de los mandamien-

tos es el “Ama al prójimo como a tí mismo” y “Haz a los de-

más lo que quisieras que te hagan a ti mismo”, su intención era 

orientar al hombre para evitarle un mal en el futuro, liberándolo 

de la severidad del karma inflexible y de la imantación al mun-

do de las formas.

Pregunta: 

Considerando el concepto, “cada uno recoge lo 

que siembra” como un principio de la Ley del Karma, ¿no sería 

una aberración de los espíritus encarnar en la tierra, fatalmente 

estigmatizados por el destino fatalista y que además, le restrin-

ge su libre albedrío?

Ramatís: 

Cada espíritu debe renacer en la vida física con su 

programa previamente trazado por la Administración Sideral 

de la tierra; ello también se encuentra conjugado al Karma de la 

raza y al Karma del propio planeta. Siendo de esa forma, existe 

el karma individual del espíritu reencarnante, que además se 

conjuga con el karma de la familia, a la cual ingresa, inclusive 

al karma del pueblo o de la raza en que le toca participar. Es un 

perfecto entroncamiento de valores positivos y negativos, que 

no pueden sobrepasar las reglas y los principios disciplinados 

por la Ley del Cosmos, en el programa colectivo e indemniza-

dor para las colectividades y los individuos en sus intercambios 

personales.

La familia terrena está constituida por espíritus de los más 

variados tipos y grados evolutivos, los que vienen luchando en 

el curso de la vida humana hace muchos milenios y que se en-

cuentran sujetos al karma colectivo del conjunto familiar, pue-

blo, raza y de la propia humanidad en su elección planetaria. 

Bajo el cuerpo carnal de los mismos ascendentes biológicos, se 

encuentran los espíritus amigos y enemigos, víctimas y verdu-

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