El Evangelio A la Luz del Cosmos 

pagador, comprobándose la ley que dice que “A cada uno se 

le dará conforme a sus obras”. El Karma que deriva de la Ley 

Divina o de la pulsación de la Ley Cósmica, también regula el 

‘libre albedrío”, pues concede mayor libertad y poder de acción 

al hombre, la cual es proporcional a su sabiduría, evolución es-

piritual y responsabilidad. Así como los padres conceden mayor 

libertad a sus hijos a medida que éstos son más cuidadosos, 

experimentados y adultos, la Ley del Karma amplía el campo 

de acción y responsabilidad del espíritu, tanto como él se eman-

cipa y toma conciencia en el curso educativo de la vida.

Pregunta: ¿Qué 

debemos entender por “quemar el karma”, 

conforme enseñan los espiritualistas orientales?

Ramatís: 

Todos los pensamientos, sentimientos y accio-

nes del espíritu encarnado generan un tipo de “karma” para el 

futuro, es decir, producen un total de efectos buenos o malos, 

perfectamente relacionados con hechos que el espíritu realizó 

en vidas anteriores. En consecuencia, se llama “quemar” el kar-

ma, cuando sus autores rescatan la deuda o “efectos” asumidos 

por las causas gravosas del pasado. En base a cada una de las 

“causas” o acciones, buenas o malas de hoy, también producen 

un efecto bueno o malo en las vidas futuras, entonces el espíritu 

encarnado reduce sus deudas o contrariamente, genera un nue-

vo karma, a través de los hechos actuales y cuyos efectos deberá 

vivirlos en la próxima existencia física.

Pregunta: 

Jesús, en sus advertencias evangélicas, ¿también 

se estaba refiriendo a esa “causa y efecto”, que es pieza impor-

tante del Karma?

Ramatís: 

El Divino Maestro, como profundo instructor es-

piritual que era, conocía perfectamente el mecanismo y la razón 

de la ley del Karma, que preside la disciplina y el destino de 

los espíritus encarnados. Sin duda, no podía exponer claramen-

te el mecanismo kármico al pueblo de su época, en base a su 

primitivismo, y por sobre todo, por no contrariar los dogmas 

judaicos que no tardarían en protestar por sus enseñanzas ex-

travagantes. Sin embargo, podemos extraer ese conocimiento 

de sus obras, a través de los símbolos y parábolas, bastando 

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