Ramatís

“enemigos” en las luchas fratricidas. A fin de poder controlar el 

primitivismo brutal de la época, en donde las pasiones y violen-

cias humanas no podían disciplinarse ante la exhortación reli-

giosa, Moisés decretó la ley del “ojo por ojo y diente por diente”, 

tratando de reducir los crímenes y pillajes ante el derecho de la 

víctima, a fin de castigar a su verdugo, tanto como haya sido el 

mal que le infirió.

Entre el principio y el derecho del hombre de ser juez que 

dictamina sobre los perjuicios causados, cuya acción puede so-

brepasar la medida del perjuicio ocasionado, entonces se justifi-

ca la ley del Karma, implacable, justa e impersonal, que además 

de compensar a la víctima, corrige y redime al criminal. Bajo 

la citada ley de Moisés, el hombre agraciado por el derecho de 

vengarse podía abusar del desquite, pesando sádicamente so-

bre el monto del débito. Bajo la Ley del Karma, en su función 

técnica e impersonal, la liquidación de la deuda ocasionada en 

otras vidas puede tener para el responsable metes altamente 

beneficiosas en el futuro.

Pregunta: 

En esencia, ¿qué es lo que debemos interpretar o 

entender por Ley del Karma?

Ramatís: 

La palabra karma es originaria del sánscrito, an-

tiguo idioma hindú muy usado en los templos iniciáticos; pro-

cede de la raíz kar (proceder, actuar), y del sufijo Ma (el efecto y 

la acción). Siendo así, el karma significa la ley en que toda causa 

genera un efecto semejante, que alcanza el destino de la gene-

ralidad de los seres humanos, debido a que los hechos y causas 

vividas por los espíritus en existencias físicas pasadas quedan 

posterior y herméticamente ligados a los efectos semejantes en 

el futuro. Karma, por lo tanto, es esencialmente la “Causa” y el 

“Efecto”, en fin, el control de los hechos originales y también de 

sus resultados posteriores. Bajo el mecanismo kármico sucede 

la rectificación que equilibra, esclarece, segrega y fortifica, pues 

obliga al responsable a liquidar a la brevedad sus deudas del 

pasado, pero también lo beneficia, puesto que queda en libertad 

para decidir su futuro.

Específicamente no es una ley que castiga, pues si disci-

plina rigurosamente, también premia generosamente al buen 

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