Ramatís

debe realizar su nueva experiencia espiritual. 

[3]

Sea un espíritu de mucha evolución espiritual o un espíri-

tu primario, poco importa si es merecedor o no de renacer en 

tal ambiente, pues está sujeto a las leyes naturales y propias 

del mundo donde debe transcurrir su vida. Sería un absurdo 

cambiar de inmediato la composición geofísica de cierto orbe 

porque allí encarnó determinado espíritu, ¡cuya graduación es-

piritual no aprueba el ambiente donde debe vivir! Existe mucha 

diferencia entre el “karma fundamental” del espíritu que se en-

carna en Marte, cuyo planeta es agradable, tranquilo y saluda-

ble, debido al fácil control climático y topográfico conseguido 

por los marcianos, puesto que les proporciona una vida física 

venturosa, comparada con la naturaleza hostil e inestable de la 

Tierra.

El planeta Tierra, debido a su inestabilidad geológica, na-

turaleza agresiva y tosca, es una morada para una humanidad 

primaria, dañina, cruel, violenta, vengativa y destructora, y 

cualquiera sea el grado evolutivo y la sensibilidad del espíritu 

superior que se encarne, jamás podrá huir de las consecuencias 
naturales y 

propias del medio primario donde necesita habi-

tar. En consecuencia, que el espíritu sea malo o bueno, sano 

oenfermo, ignorante o sabio, su “karma fundamental” deriva

intrínsecamente de la naturaleza y reacción que el mundo físico 

le ofrece para encauzar su vida humana.

De ahí el motivo por el cual un espíritu de los kilates de 

un Francisco de Asís, que era de absoluta renuncia, o mismo 

Jesús, que dio hasta la última gota de sangre por su amor hacia 

el hombre terreno, sufrieron más que el mismo terrícola, puesto 

que éste, para sobrevivir, lucha y se defiende con uñas y dientes, 

pero no basa su vida en la tolerancia y amor al prójimo, como 

es patrimonio de las almas sublimes. Los santos o espíritus ele-

vados, a pesar de poseer un grado superior en lo sideral, no 

pueden librarse de la agresividad de la naturaleza primaria de 

un planeta como es la Tierra, ni de la ferocidad de sus habitan-

Así como el campeón de natación no podrá eludir las consecuencias de tener que 

nadar en un río infestado de yacarés, el espíritu santificado tendrá que sufrir los 

efectos de las leyes naturales, propias del orbe donde debe habitar. En consecuen-

cia, si la tierra es un planeta primario, los espíritus que en ella encaman, son tam-

bién alumnos primarios que se encuentran bajo un proceso algo fuerte e incómodo, 

como es la naturaleza de la escuela planetaria.

225