El Evangelio A la Luz del Cosmos 

denables, que terminan consagradas por la prensa y el pueblo. 

Es la figura del Anticristo, modelada por la turba subvertida y 

licenciosa, que al exponer en público sus bajezas pecaminosas, 

lanza un desafío vengativo contra el mensaje de pureza y moral 

del Evangelio pregonado por Jesús.

La índole primaria del hombre, que se cobijó en el progreso 

de las formas materiales pero que se estancó en su conciencia 

espiritual, lo conduce de vuelta a sus viejos hábitos, preferencias 

costumbres familiares. Así, en la era de los veloces automóvi-

les, se fomenta y promueve la competencia de los vehículos ti-

rados por animales, o aquellos deportistas excéntricos, que pro-

mueven excursiones y paseos en globos estratosféricos, ¡cuando 

el cielo se ve continuamente cruzado por jets! La bicicleta, la 

calesita y el paseo a caballo son entretenimientos para la pla-

ya, “picnics” y excursiones para el interior, que proporcionan 

un nuevo goce a las-criaturas cansadas de la vida motorizada. 

Los niños, saturados de los juguetes electrónicos, donde todo se 

encuentra realizado, que les priva del espíritu creativo, se vuel-

can a jugar con barcos de vela, diligencias, soldaditos de plomo, 

muñecos de paño y artefactos de madera. La propia arquitec-

tura, una vez pasada la fiebre de lo “funcional”, va tomando 

tendencia y entusiasmo hacia los proyectos para los edificios y 

residencias, hacia el viejo estilo colonial, y tal vez, muy pronto, 

pasaran al estilo medieval. Las construcciones de aspecto ma-

cizo, con pocas ventanas y puertas faltando aire y luz, cuyos 

antihigiénicos ambientes funcionan con aire acondicionado, pa-

recen un calco del gusto primitivo del hombre de las cavernas. 

Los muebles son otro de los gustos que manifiestan el retroceso 

hacia la época de Don Juan VI y Luis XV. Hasta los antiguos 

relojes “cu-cu” y muñequitas bailarinas que danzan a la hora 

ola media, se acentúan cada vez más en los hogares terrenos,

mientras que las antiguas cajitas musicales de tanto éxito en los 

siglos anteriores, vuelven a ser moda, y con el entusiasmo de las 

cosas nuevas. Siendo así, no pasará mucho tiempo para que la 

vieja cítara, el arpa y el bandolín, deban suplantar nuevamente 

al piano moderno en los conciertos sociales y serenatas. Por 

otra parte, va en aumento, la antigua novedad de las propagan-

das cinematográficas al aire libre y en los frentes de los edificios, 

22