El Evangelio A la Luz del Cosmos 

siembra”, demuestra la existencia de leyes que disciplinan, 

coordinan y proporcionan el resultado o efecto de la intensidad 

que la causa. Es evidente que, sembrando “cactos”, no se ha de 

recoger naranjas, y para quien promueve una causa funesta, los 

resultados también han de ser funestos. El efecto destructivo de 

un proyectil depende de la intensidad de la fuerza que lo im-

pulsa. Todas las causas sucedidas en el mundo material, agru-

pan, friccionan y aceleran electrones, átomos y moléculas de la 

sustancia física. De la misma forma, cuando el hombre pone en 

acción sus actividades mentales inferiores, atrae material espe-

so, lodoso y casi físico del mundo astralino a fin de vitalizar sus 

hechos dañinos y censurables y por las leyes que corresponden 

al caso, más tarde sufrirá en sí mismo el efecto nocivo de la car-

ga patológica accionada imprudentemente. En cambio, si eleva 

su campo mental, emotivo y vibratorio a una frecuencia más 

sutil, a fin de utilizar energía superior para sustentar los buenos 

pensamientos, esa sublimación se metaboliza en el periespíritu 

sin dejar residuos enfermizos. Una vez desencarnado, el espíritu 

densificado por el fluido espeso es atraído por su compacticidad 

astrofísica, cayendo en las regiones astralinas purificadoras, víc-

tima por la acción dañina causada a los demás y sobre todo a 

si mismo.

El hombre pone en acción fuerzas en todos los planos donde 

existe vida, desde la sutil vibración de onda del reino espiritual 

hasta alcanzar lo denso del mundo físico. Siendo así, el mínimo 

pensamiento y la más sutil emoción del espíritu encarnado, por 

su conexión al cuerpo físico, exigen un consumo de energía, 

proporcional a la intensidad y naturaleza de las emisiones men-

tales y acciones emotivas, que repercuten plano por plano hasta 

alcanzar el campo de la vida material. De un modo general, este 

concepto tiene su equivalente en las conocidas leyes de reflexión 

de la luz, del sonido, cuyo nombre trascendental es la ley del 

retorno y bastante conocida en el proceso kármico, que atañe a 

los ciclos de las encarnaciones.

Pregunta: 

¿Nos podéis dar un ejemplo más concreto de esa 

puesta en marcha de electrones y átomos, que el espíritu utiliza 

para manifestar una virtud o cometer, un pecado?

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