El Evangelio A la Luz del Cosmos 

finitivamente debe tenerse en cuenta que es para educar a los 

espíritus cuya evolución gradativa los impele hacia el futuro 

ciudadano sideral. El “reino de Dios” es un campo diferente, 

porque comprende la vida del espíritu puro, iniciático e ilimi-

tado; en fin, el Universo espiritual y eterno. Quien adora los va-

lores materiales, sin extraer ilaciones superiores de las formas, 

desperdicia su precioso tiempo, entretenido e ilusionado con la 

naturaleza de una vida efímera y fugaz.

El mundo de los bienes terrenales, cuyos valores intrínsecos 

de su naturaleza física, son preciosos y codiciados, como lo es 

el oro, las piedras preciosas, bienes raíces, placeres inmediatos, 

comodidades epicúreas, pasiones y sensaciones, que sólo repre-

sentan los objetos escolares para el aprendizaje elemental de 

las criaturas; el resto son frutos de las convenciones humanas o 

de las astutas especulaciones provisorias. En verdad, sirven por 

poco tiempo, mientras el espíritu se encuentra encarnado en 

una existencia física; son especies de adornos, reservas de orden 

especulativo, que excitan y entrenan a los seres para saber do-

minar las pasiones animales, que lo imantan a la materia, tanto 

como sea su atracción a ese culto infantil.

Los colores, los perfumes, las formas florales y los centelleos 

fascinantes de las piedras preciosas, la inmensidad del océano, 

la tranquila belleza de los campos, los policrómicos rayos del 

sol en un poniente poético, los destellos atemorizantes de los 

relámpagos, el retumbar de los truenos en los días tempestuosos 

y la dádiva de la lluvia beneficiosa, son los elementos que guían 

al espíritu encarnado para que vibre, estudie y prepare su mente 

en esa vida transitoria, pero cuya meta definitiva es la vida eter-

na. Apenas es un “medio” o proceso para que el espíritu catalice 

y aumente la base de su conciencia y sea promovido hasta poder 

alcanzar el padrón vibratorio y definitivo que le permitirá vivir 

en el “reino divino”.

La materia es el medio donde el hombre ejercita su inteli-

gencia; Dios es la Sabiduría Integral y Eterna del Universo. El 

hombre no puede servir a dos señores, simultáneamente, pues 

mientras no complete su servicio con el primero, que es vivir 

con los bienes del mundo jamás podrá hacer una obra perfecta 

para el segundo, que es Dios. Mientras tanto, asegura Jesús, el 

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