Ramatís

Es visible en la actual humanidad el sintomático movi-

miento de retorno mental, en donde dos tercios de la huma-

nidad vuelven a retomar viejos hábitos, gustos y preferencias 

infantiles y anacrónicas, ¡confundiendo instintividad con no-

vedad!

 

Imposibilitados de presentir el equilibrio y la armonía 

para la futura humanidad, seleccionada a la derecha del Cristo, 

sólo resta a esos retardatarios del progreso espiritual en el trato 

con la materia, el retorno saludable a la edad de piedra, a cuya 

forma de vida están íntimamente ligados y familiarizados. La 

sintonía expresiva de ese primarismo, en donde cierto porcenta-

je de la humanidad terrícola parece haber alcanzado un límite 

de sus posibilidades evolutivas, se observa, poco a poco, en to-

das las actividades actuales, inclusive en sus exteriorizaciones 

mentales, aunque se encuentren disfrazadas con los recursos y 

costumbres modernos. Se acentúa el mal gusto por lo aberra-

tivo y grotesco, el culto incondicional al lenguaje escatológico, 

y se admite como novedad la “palabrota”, que antes era un de-

recho expresivo de los delincuentes, sin educación de ninguna 

especie. La poesía, la literatura, la cinematografía y el teatro 

son exaltados con motivos impúdicos y sexología deformante; 

las pinturas se asemejan a caricaturas primarias, saturadas de 

tintas llamativas, a pesar de manifestar en sus bases el primiti-

vismo infantil, utilizado en las grutas prehistóricas; la escultu-

ra moderna, a pesar de ser un sofisticado mensaje esotérico o 

investigación inusitada, nos recuerda el mal aprovechamiento 

dado a la materia prima, conseguida en una subasta pública, 

cuya finalidad es aprovecharla ya que fue conseguida en for-

ma conveniente y económica. La música preferida es disonante 

e histérica, sin melodía ni inspiración, cuyo fondo sonoro trae 

aparejado el ritmo salvaje, la gritería de los contorneos muscu-

lares de los viejos indios, cuando danzaban en son de guerra. 

Se admite como auténtico y estético, la libertad sobre las prác-

ticas sexuales, debilitando costumbres e interiorizando niveles 

sociales, lo que es pura libidinosidad, dado que ninguna trata 

de exponer en publico las necedades fisiológicas, ¡lo que tam-

bién no dejaría de ser un culto por lo auténtico! Astros de la 

TV y de la cinematografía hacen confesiones extemporáneas y 

escandalosas, demostrando sus preferencias pervertidas y con-

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