Ramatís
espíritu puede alcanzar la senda que lo conducirá al “reino de
Dios”, que es la definitiva y auténtica vida de los “hijos de Dios”.
En la enseñanza citada en vuestra pregunta, en donde el
mancebo dice a Jesús que había “guardado todos los manda-
mientos del Señor, y que de esa forma había llegado a la ju-
ventud” e indagó luego; “¿qué me falta aún?”, Jesús entonces
lo invitó hacia el “reino de Dios”. Evidentemente, el joven le
aseguraba al Maestro que había completado su curso de perfec-
cionamiento en el mundo de los bienes terrenos, puesto que sa-
bía y guardaba todos los mandamientos, dado que el que sabe,
cumple, y el que cumple, sabe. En consecuencia, quien cree que
sabe y cumple con los mandamientos divulgados por Moisés,
como son el “no matarás, no cometerás adulterio y no darás
falsos testimonios”, es natural que también debe saber “honrar
al padre y a la madre, no codiciar la mujer del prójimo, y amar a
Dios por sobre todas las cosas”; por lo tanto, es una criatura que
se rige por los principios superiores y deberá tener una buena
graduación espiritual en su existencia física. Es evidente que el
mancebo de nuestra cita estaba pronto para asimilar y practicar
las diversas enseñanzas de la vida espiritual, totalmente libera-
do de cualquier imperfección inherente a la vida material.
Y como no se debe servir a Dios y a las riquezas, es decir, a
los dos señores simultáneamente sino que a cada uno se le debe
prestar servicio a su debido tiempo, he ahí que Jesús, siendo
justo y disciplinado, le propuso las condiciones para servir a “un
solo Señor”, invitándolo de la siguiente forma: “Si quieres ser
perfecto, ve, vende cuanto tienes, y dalo a los pobres, y tendrás
un tesoro en el cielo; y ven, sígueme.” Sin duda, que era suficien-
te que el joven manifestara a Jesús que se encontraba preparado
para ingresar en el reino de Dios, dado que había entendido y
cumplido con las leyes menores, presentándose en condiciones
y liberado en espíritu para cumplir con la vida de la Ley Mayor
y Única del mundo espiritual. Sin embargo, debería “probar”
aquello que afirmaba, demostrando, por la acción positiva e in-
mediata, que en verdad había superado el yugo o la atracción de
las formas y de los valores transitorios, alcanzando la definitiva
liberación del mundo de los bienes terrenos. Le faltaba dar el
paso de vender todo cuanto poseía y volver junto a Jesús, que
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