El Evangelio A la Luz del Cosmos
servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas, a fin de evitar la
confusión que arroja el cultivar dos naturalezas opuestas, como
son el espíritu y la materia. Aunque las leyes de la materia sir-
van para la evolución del espíritu, poco les adelanta en la vida
espiritual, salvo que sepan aprovecharlas para el sentido libe-
rador, como lo enseñó el Maestro. Bajo cierta ilación filosófica,
“ninguno puede servir a dos señores al mismo tiempo”, porque
no se puede amar a uno y odiar al otro. Por eso, Jesús Cristo in-
siste respecto a la incoherencia del espíritu, que ya es consciente
del reino definitivo de Dios, pero que aún desperdicia su tiempo
en el intercambio con los valores inferiores y esclavizadores del
mundo de las riquezas. La oruga, después que se transforma en
preciosa mariposa, jamás se vuelve a arrastrar sobre la tierra,
puesto que insiste en alcanzar mayores y venturosos vuelos.
Pregunta:
¿Qué enseñanza encierra lo manifestado por Je-
sús en el versículo 20 Capítulo XIX de Mateo, donde expresa:
“El mancebo le dice: yo he guardado todo eso desde mi juven-
tud?; ¿qué me falta aún? Y Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto,
ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro
en el cielo; y ven, sígueme”, versículo 21.
Ramatís:
Todos los conceptos vertidos por Jesús deben
examinarse bajo el aspecto educativo y legislativo y para todas
las épocas de la humanidad. Lo que enseñaba el Maestro Jesús
mantiene por siempre el sabor de lo eterno. En las entrelineas
de sus palabras, se encuentra vivo el espíritu de las leyes que ri-
gen, coordinan y mantienen la cohesión de los fenómenos, tanto
en el “microcosmos”, como en el “macrocosmos”. Aunque con
sus palabras esclarecía los hechos que suceden durante la vida
física y transitoria, en su intimidad estaba mencionando especí-
ficamente la vida espiritual.
El mundo de las riquezas, o de los bienes materiales, debe
conocerse, investigarse y analizarse por la sabiduría del espíri-
tu encarnado; pero ni bien desarrolla su talento y adquiere las
facultades necesarias para saber aplicar los valiosos bienes del
espíritu, entonces debe buscar el “reino de Dios”. El mundo de
la tierra, o de las formas, también puede ser un blanco de inte-
rés espiritual, pero únicamente cuando renuncia a él es que el
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