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“NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y A LAS RIQUEZAS”

(Lucas, Capítulo XVI, versículo 13)

Pregunta: ¿Qué 

sentido encierra y qué ley se aplica respecto 

al concepto evangélico de Jesús, que dice: “No se puede servir a 

Dios y a las riquezas”?

Ramatís: 

A pesar de que existe una sola Unidad Divina, es 

decir, la Suprema Ley del Universo, que gobierna y disciplina 

los fenómenos de la vida espiritual y física, el espíritu del hom-

bre parte de la dualidad, o del contraste, para después ajustarse 

conscientemente al monismo de Dios. Ese monismo despierta 

su conciencia individual al recorrer la senda de la evolución 

espiritual, basado en el conocimiento y dominio de las formas, 

pero siempre teniendo presente el dualismo. Su noción de existir 

y destacarse en el seno de la Divinidad, se afirma de a poco en 

las convenciones de lo positivo y negativo, blanco y negro, sano 

y enfermo, masculino y femenino, derecho y torcido, acertado o 

errado, virtud y pecado. Es la llamada ley de los contrarios, tan 

aceptada por los hermetistas.

Conforme hemos explicado en otras oportunidades, aunque 

Jesús haya basado sus enseñanzas evangélicas en los hechos y 

configuraciones físicas de la vida humana, en sus parábolas se 

oculta la síntesis de las leyes eternas que disciplinan el orden 

creador en el Cosmos. Por eso, en el enunciado evangélico de 

que “No se puede servir a Dios y a las riquezas”, Jesús expresa, 

intencionalmente, en ese contraste, las leyes que rigen a ambos 

mundos, el espiritual y el material. El reino de Dios, que confi-

gura la verdadera vida del espíritu inmortal, es la resultante del 

mundo material, y que también se rige por otras leyes infinitas e 

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