Ramatís
proporcionar la felicidad para quienes son eternos.
La ventura que depende de la existencia de los objetos,
cosas y seres no es duradera; además, esas cosas tienen una
existencia propia y limitada, pero no pueden transmitir place-
res duraderos, más allá de aquellos a que la persona se acon-
diciona.
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En consecuencia, la alegría y el júbilo del espíritu se
derivan del estado de absoluta liberación, y que no se encuentra
comprendido en cualquier factor o valores determinados por el
tiempo y el espacio. Ha de ser entonces lo que el espíritu realiza
en sí mismo y a través de su contacto con los valores auténticos
y que jamás sufran modificación alguna. Una liberación abso-
luta no puede depender de ningún valor “alfa” o “omega” en el
universo. No es lo que existe más allá de sí mismo lo que causa
la felicidad, pero sí lo que existe y jamás se fragmenta en la in-
timidad del espíritu. La ventura del reino de Dios, es un estado
de espíritu de “absoluta liberación” sin deseo de posesión algu-
na, aquí o más allá de sí mismo. La beatitud o el nirvana de la
tradición oriental, no es la inmovilidad o fusión con el Espíritu
Cósmico de Dios; sino el poder sin poseer; la libertad absoluta
sin el deseo; la paz de existir sin herir. La paz del espíritu de la
conciencia divinizada es como una lámpara inmaculada, que
da eternamente la luz del Señor. La ventura, imposible de ser
delineada bajo la expresión de la palabra humana, es la incon-
cebible donación creadora e incondicional, en un eterno pulsar
del diástole y sístole del Creador.
3
Los objetos y cosas materiales son como prolongaciones vivas del ser, que le pro-
porcionan una especie de sensibilidad fuera de lo común y que lo hacen sufrir. El
hombre apegado a su automotor, por así dar un ejemplo, reacciona irritado cuando
alguien lo toca o golpea inadvertidamente, pasando a sufrir por causa de su recelo
ante la posible desvalorización material.
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