Ramatís
y emancipado, no un “rey hombre”, limitado por el nacimien-
to y más tarde destruido por la muerte física. El decía ser un
soberano del reino de Dios, un “emancipado”, libre de “maya”
odicho occidentalmente, liberado de la ilusión que provoca el
mundo material. Entonces, era el “Camino, la Verdad y la Vida”
y podía afirmar: “Aquel que pertenece a la Verdad, escucha mi
voz”, demostrando ser un soberano de sí mismo, un monarca
del reino espiritual, que vibraba a igual frecuencia espiritual.
Distinguía al rey como una entidad soberana y determinante
en lo referente a la libertad del espíritu, comparándolo con el
súbdito aferrado a las pasiones inferiores y que también trazaba
su propia infelicidad.
Jesús dejaba sentado el precedente como una entidad que
se descubría a sí misma, que era vencedora de los deseos y pa-
siones, del tedio y de las insatisfacciones. En todo momento,
confortaba a sus oyentes y esparcía esperanzas a la humanidad
cuando les hablaba con realismo sobre una vida futura, llena
de gozo y dominio espiritual. El espíritu feliz se autogobierna y
no preocupa a la humanidad sideral, porque en su contextura
íntima se ajusta a la frecuencia de la realidad, por encima de
cualquier acto ilusorio, egoísta y de nivel inferior. El espíritu
sublimado puede hacer lo que quiera o le convenga, después
que haya superado los ciclos reencarnatorios. Es decir, descu-
brió la Verdad y se identificó a sí mismo, por cuyo motivo jamás
cometerá errores o equívocos que afecten el libre albedrío de los
demás. Esa Verdad es parte de sí mismo, es un fragmento del
propio Dios en el hombre.
Pregunta:
¿Nos podríais definir algo de esa ventura en el
reino de Dios?
Ramatís:
Los conceptos vertidos por el Cristo Jesús, invi-
tando a los hombres a ser perfectos, como lo es el Padre, les
estaban indicando la meta definitiva y venturosa, puesto que
deberían ser tan felices, como fuera posible concebir la natura-
leza divina. Aunque no podamos decir que Dios es feliz, porque
no disponemos de una medida exacta que nos proporcione la
idea de lo opuesto que llamamos “infeliz”, sin embargo sabe-
mos a través del Maestro Jesús que el “hombre perfecto” es el
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