Ramatís

Lo cierto es que Jesús conocía todo eso en su época mesiá-

nica, aunque lo resguardara en su contenido esotérico con pala-

bras simbólicas y parábolas adecuadas para la época. Cada día 

que pasa se engrandece más su figura, debido a que los sabios 

terrenos comprueben la sabiduría y cientificismo que encierra el 

inalterable Evangelio. Poco a poco, el hombre perspicaz y sen-

sato percibirá que es una estulticia vivir sin el Cristo, debido a 

que el Cristo se encuentra en la intimidad de los pensamientos, 

ideas, actos místicos, religiosos, filosóficos y morales. El hombre 

de inteligencia común ya comprende que el Cristo es el “Cami-

no de la Verdad y la Vida”. Todas las verdades descubiertas por 

la ciencia terrícola, en cualquier latitud geográfica o campo de 

actividad humana que fuera, demuestran en su intimidad el se-

llo característico del Cristo, indicando que es la única solución 

capaz de pacificar el mundo y unir a los hombres por medio del 

Amor Incondicional.

Como Maestro y máximo exponente de la Realidad Espi-

ritual en el mundo tierra, el Jesús de aquella época, aún hoy es 

el que nos induce a seguir sus enseñanzas, dado que es la única 

manera de que el hombre se libere de sus ciclos reencarnatorios. 

En vez de los hombres aferrarse desesperadamente al artificia-

lismo de la vida material y transitoria, mientras destruyen la 

civilización por las fuerzas enfermizas del odio, podrían crear 

la ventura humana a través de las energías sublimes del Amor. 

El amor que salva y redime al hombre es la salud espiritual de 

los que reinan y se conforman con las vicisitudes y dolores de 

la carne, sin deseos de venganza; el odio, que destruye e intoxi-

ca, es la enfermedad del alma, bajo la imantación del atavismo 

animal.

Por eso, el Evangelio del Cristo es un tratado específico 

para la salud del alma, porque modificando el campo moral 

del ser, cambia, también, la frecuencia vibratoria del espíritu y 

lo ajusta científicamente a la pulsación armoniosa y eterna del 

Cosmos. En consecuencia, el Evangelio, además de ser un Có-

digo Moral, es un tratado profundamente científico de las leyes 

cósmicas, que inciden en la intimidad de cada ser, conforme a 

su frecuencia vibratoria y graduación espiritual.

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