Ramatís

delineadas por el Arcángel de la tierra; sin embargo, Jesús de 

Nazareth fue el único y excelso misionero, porque dejó defini-

tivamente cimentado el mensaje liberador por medio del Amor 

incondicional 

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.

Pregunta: 

Retrocediendo un poco en vuestras enseñanzas, 

nos habéis dicho que un Cristo o Arcángel Planetario no puede 

accionar directamente sobre el mundo físico, y que sólo puede 

hacerlo por intermedio de un Mesías, como fue el caso de Jesús. 

¿Podrías acrecentarnos un poco más ese aspecto?

Ramatís: 

Jesús se manifestó físicamente en vuestro mundo 

hace dos milenios, porque todavía podía mentalizar y recons-

truir sus vehículos intermediarios con las energías adyacentes al 

campo de la vida material. Aun, todavía, es un espíritu que pue-

de tener contacto con la carne, aunque bajo extrema dificultad 

y sufrimiento, como sucedió en su último descenso sacrifical. 

Mientras tanto, el Cristo terráqueo, o Arcángel Planetario de la 

tierra, es una potencia vibratoria de tan “elevado voltaje sideral” 

—por así dar una expresión— que no conseguiría aglutinar las 

energías inferiores de los planes etéreo-físicos porque los desin-

tegraría; siendo así, le es imposible materializarse en la figura 

diminuta del cuerpo humano, para dirigir un cerebro carnal. Su 

altísima vibración no se ajusta a un descenso vibratorio, capaz 

de alcanzar las letárgicas vibraciones de la materia. Para tener 

una idea aproximada, recordad el grosero ejemplo de la usina 

que genera 50.000 voltios y fueran proyectados sobre la sencilla 

maquinita de afeitar, que sólo consume 110 voltios, cosa que 

sólo se puede alcanzar después de haberse graduado el voltaje 

a través de cierta cantidad de transformadores de distintas ca-

pacidades.

Nota de Ramatís: 

En verdad, los vocablos Cristo, Crístico o cristificación, quie-

ren decir en lenguaje sidéreo, el Amor integral e incondicional, que es un estado 

espiritual definitivo, de toda alma que se ha liberado de los ciclos reencarnatorios 

de los mundos materiales. Siendo así, el Amor del Cristo fluyó con mayor intensi-

dad por el canal humano de Jesús de Nazareth, de cuya unión mesiánica resultó 

el extraordinario beneficio para los terrícolas, que asimilaron mayor cantidad de 

luz en su intimidad y elevaron su frecuencia por sobre las fuerzas esclavizadotas y 

animalizadas. Ello, en verdad, quiere decir, que es el comienzo de la “segunda veni-

da” del Cristo, lo que será realizado por el camino interno del corazón, pero jamás 

por medio de otra vida física y de las características que rodearon a la misión del 

inigualado Jesús.

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