El Evangelio A la Luz del Cosmos 

Pregunta: 

¿Por qué a Jesús se le llama «El Salvador»? ¿Y 

por qué fue el indicado para exponer las leyes del Cosmos a 

través del Evangelio?

Ramatís: 

Jesús está considerado, por la escolástica religio-

sa, el “Salvador”, porque hasta el momento que expiró en la 

cruz, vuestro mundo todavía vibraba intensamente bajo el signo 

de la animalidad. A pesar de la tarea superior que con anterio-

ridad enseñaron otros instructores de la talla de Fo-Hi, Hermes, 

Buda, Krishna y otros, sin embargo, Jesús fue el sintetizador 

absoluto de todas las fórmulas salvadoras que fueron expuestas, 

y además, fue el más perfecto y fiel propagador de la Luz del 

Cristo Planetario en la tierra. Después de la desencarnación de 

Jesús, la tierra vibró con más sensibilidad hacia la causa espi-

ritual, porque a través de su holocausto se transfundió con más 

intensidad la luz crística hacia la periferia de la tierra, disipando 

en buena parte la densidad de las tinieblas. El Divino Maestro 

abrió claros y precisos focos de luminosidad sobre la superficie 

del orbe, y a su vez, plasmaba el “Código Moral” de la humani-

dad terrícola a través de su mensaje salvador. Por ello, merece 

y le corresponde el nombre de “Salvador” porque de su ejemplo 

y sacrificio, el hombre terreno consiguió asimilar las bases para 

comenzar su liberación de la prisión educativa de la carne.

Pregunta: 

Los terrícolas ¿pueden sentir o percibir algún in-

dicio de la naturaleza vibratoria de “su” Cristo Planetario?

Ramatís: 

Los hombres viven embebidos en la esencia su-

blime de “su” Cristo y lo sienten en su intimidad cuando oran 

omeditan, es decir, cuando el espíritu se aleja de la materia

para tomar contacto, aunque brevemente, con el Reino del Es-

píritu Inmortal. Las criaturas que son sensibles, como son los 

médiums, iniciados, clarividentes, yogas y esoteristas disciplina-

dos, habituados a las meditaciones y auscultaciones psíquicas, 

suelen detectar a esa “voz oculta” o llamada tradicionalmente 

“voz sin sonido”, que les habla silenciosa y tiernamente de las 

bellezas edénicas, después del desenlace del cuerpo carnal.

El Cristo Planetario, considerando que es un inmenso cau-

dal de energía, no podría reducir su vibración para tomar con-

tacto con la mediocridad de la mente humana y la precariedad 

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