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Ramatís

tipo de auditorio. La intención era ofrecer la solución espiritual 

sensata y lógica y que atendiera a los problemas de orden moral 

y social, de aquellos a quienes exponía sus enseñanzas.

[1]

Pregunta: 

¿La parábola, qué significa etimológicamente?

Ramatís: 

La parábola tiene la función de comparar, es de-

cir, colocar una cosa al lado de la otra; la pintura de un objeto 

que se confronta con otro de relación más remota. Se diría que 

es una especie de alegoría pero que tiene la propiedad de ma-

nifestar o evidenciar algún precepto o principio de moral, que 

muestra cierta semejanza o analogía entre los fenómenos de la 

naturaleza y la vida humana, con relación a la vida espiritual. 

De esa forma, proporciona ilaciones sobre los principios de la 

verdad espiritual, cuyo fin es orientar a los oyentes; ilustra o 

relaciona un pensamiento o motivo expuesto con la imagen 

ofrecida en la parábola. Bajo la influencia de Jesús, las parábo-

las se volvían verdaderas joyas literarias, cuyo contenido tanto 

era informativo como trascendental y que pasó a iluminar la 

literatura sacra, así como también a las profanas del mundo. 

Aunque se mencionaran hechos de la vida común, las parábolas 

del Maestro tenían la capacidad de guiar a los oyentes hacia las 

reglas que demarcaban la conducta superior.

Pregunta: 

¿Los rabinos de la época utilizaban también las 

parábolas, conforme se comprueba en muchas de sus tradicio-

nales enseñanzas?

Ramatís: 

Basta una simple confrontación entre las parábo-

las enunciadas por los rabinos y las proferidas por Jesús, para 

distinguir el toque de belleza y estructura que el Maestro les 

imprimió, cuando exponía los temas espirituales, ¡dinamizados 

por su sentimiento angélico y armonía poética, sideral! Exponía 

Nota de Ramatís: 

Cuando Jesús hablaba a los campesinos, exponía la parábola 

del sembrador, del grano de mostaza, o de la cizaña y el trigo; a los pescadores les 

hacía referencia a la parábola de los peces, de los talentos y de los tesoros enterra-

dos; entre comerciantes y especuladores, comentaba sobre la perla de gran valor, 

el acreedor incomprensivo o el caso de los deudores; entre magnates, utilizaba las 

parábolas del rico insensato, el rico y Lázaro; entre los obreros explicaba la parábo-

la de los siervos útiles, de los trabajadores de la viña y del mayordomo infiel; entre 

los hombres de leyes, mencionaba al juez injusto y entre los religiosos, comentaba 

la historia del publicarlo y el fariseo.

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