El Evangelio A la Luz del Cosmos 

Ramatís: 

En las diversas peregrinaciones que el Maestro 

realizó en su vida terrena, podemos manifestar que en ciertos 

y determinados momentos se sirvió de otras expresiones de co-

municación entre los hombres, además de las parábolas. Aquí, 

narra una historia corta y convincente, extraída de las costum-

bres hebraicas; allí, a través de aforismos, proverbio o fábula, 

expone un hecho o acontecimiento humano; acullá, se sirve de 

la alegoría para demostrar el “Reino de los Cielos”, comparán-

dolo con el mundo físico.

Fundamentalmente y como experimentado pedagogo y psi-

cólogo sideral, el Maestro sabía que las parábolas eran el medio 

más expresivo y duradero para comunicar su mensaje crístico, 

puesto que se ajustaba a todas las épocas, latitudes geográficas 

y hasta regiones cósmicas. Sólo en casos de absoluta necesidad 

y esclarecimiento doctrinario, Jesús usaba otro medio que no 

fuera la parábola. No le servía la fábula, porque en su expresión 

fantasiosa violentaba el orden natural y lógico de la vida huma-

na, donde los animales, las plantas y hasta los objetos hablan, 

piensan o se mueven en una imitación caricaturesca y humana. 

La alegoría, usada hasta hoy por las sociedades iniciáticas, las 

transformó en parábolas por ser un conocedor de los símbolos 

de los esenios, cuyo origen se pierde en el pasado remoto. El 

proverbio, aunque era de fácil comparación, se podía confundir, 

a veces, por su carácter misterioso, y requerir al pueblo judío, 

una comprensión intelectiva más avanzada para entenderla. 

Además, el proverbio no posee el encanto y la motivación poé-

tica de la parábola.

En la parábola, todo se refleja por naturaleza y exceptúa lo 

fantástico; los diversos reinos, vegetal y animal, parecen subordi-

nados al pensamiento y a la acción orientadora del hombre. La 

parábola sugiere y enseña una verdad fundamental, un centro 

atractivo para el cual debe convergir toda la atención del narra-

dor y oyente, porque allí se concentra el mensaje. Debido a su 

espíritu equilibrado y a su amplia visión sobre la realidad, las 

palabras de Jesús se ajustaban herméticamente al pensamiento 

enunciado, y bajo el ropaje poético de las parábolas transmitía 

emociones, cuyas vibraciones perduraban en el alma de los oyen-

tes enternecidos. Además, escogía cada parábola de acuerdo al 

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