El Evangelio A la Luz del Cosmos 

vive; mientras tanto, sólo el Evangelio es capaz de dinamizar las 

fuerzas creadoras del Espíritu Eterno. Aunque se consagre por 

su capacidad, deslumbre por su configuración atrayente y se 

glorifique por el servicio superior, ¡la lámpara resulta inútil si le 

falta la energía eléctrica proporcionada por la Usina!

En consecuencia, la Ciencia construye y apresura los me-

dios que han de proporcionar mayor amplitud y sensibilidad a 

los sentidos físicos, en la percepción de los fenómenos y acon-

tecimientos del mundo material. Sin embargo, es el Evangelio, 

como “tratado místico”, de avanzada aplicación psicológica y 

social en el mundo, el que podrá conformar el contenido indes-

tructible y espiritual de ese superhombre o superciudadano del 

futuro. Él poder excepcional e incomún del cuerpo físico, su 

actividad disciplinada por reglas científicas más evolucionadas, 

sólo son posibles cuando están orientados por los principios 

evangélicos que proporcionan al Espíritu el estado real de con-

ciencia.

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