El Evangelio A la Luz del Cosmos 

peran las barreras políticas e intelectuales. En algunas horas 

de insoportables desventuras se cumple con los principios de 

fraternidad, que las criaturas olvidaron aprender bajo el toque 

amoroso y liberador del Cristo Jesús, cuyo ejemplo, a través de 

sus enseñanzas evangélicas, demarcó el rumbo cierto y seguro.

En verdad, los conceptos del Evangelio organizan la vida 

superior y elaboran la legislación social de elevado nivel de paz 

y armonía. El Cristo Jesús, el más avanzado mensajero que vino 

al mundo físico, iluminó las sombras del mundo animal e in-

sufló al alma del terrícola las luces de la angelitud inmortal, 

cuando plasmó, a través de su propia sangre, las reglas y las 

leyes emanadas del Principio Uno del universo.

Pregunta: 

Desgraciadamente, nosotros creemos que es 

casi imposible que el hombre evangelizado pueda vivir razona-

blemente sobre la tierra, puesto que adoptando los principios 

crísticos recomendados por el Evangelio, se vuelve una presa 

fácil de los explotadores, estafadores y del manejo ilícito de los 

inescrupulosos de la tierra. ¡Ya no se trata de saber vivir sino de 

poder sobrevivir! ¿Tenemos o no razón?

Ramatís: 

Sin lugar a dudas, pues el hombre cuando más se 

integra a la vida recomendada por el Evangelio, también dis-

minuye las fuerzas en su lucha en medio de la humanidad im-

piadosa. Se justifica, entonces, la advertencia que nos hiciera el 

Cristo Jesús cuando dijo: que su “Reino no era de este mundo”, 

y “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, o 

“No se puede encender una vela a Dios y otra al Diablo”.

Sin embargo y a pesar de tantos inconvenientes, como los 

citados por vosotros, es conveniente saber que el ascenso espi-

ritual o perfeccionamiento angélico es un problema de criterio 

individual o de interés particular del espíritu, teniendo poca 

importancia el perjuicio que el hombre recibe en su vida física, 

dado que al integrarse fielmente a los postulados evangélicos, 

anula los efectos de la personalidad humana. Esa condición de 

absoluta renuncia franciscana es el resultado del proceso o ca-

mino único elaborado por el Magisterio Sideral, para que el es-

píritu alcance su auténtica y definitiva liberación. El camino es 

muy difícil y azaroso, no cabe la menor duda, y es terriblemente 

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