Ramatís

norte para innumerables hombres, que vivieron por el Cristo, 

demostró que es de perfecta y lógica aplicación en la vida hu-

mana, sin restricción de ninguna especie.

Jamás persona alguna rechazó la lógica y la práctica apli-

cable para resolver sus problemas emocionales, sociales, educa-

tivos, económicos y morales, en un clima sano, lleno de paz y 

amor; todo ello se consigue con la simple adopción incondicio-

nal del Evangelio, como norma disciplinaria para orientar las 

relaciones personales, y también la de los ajenos. .Bajo la inspi-

ración y la regencia legislativa de los preceptos evangélicos, los 

problemas desagradables, trágicos y desventurados del mundo 

serían definitivamente resueltos con sabiduría, tolerancia, amor 

y confianza mutua. Toda actividad criminosa, explotadora y di-

sociadora que encierra la personalidad humana, que por fuerza 

de los intereses personales llega a la perversidad de matar y 

robar, sería totalmente extinguidos bajo la norma incondicional 

del “Ama al prójimo como a ti mismo”, o “Haced a los otros lo 

que quisiereis que os hagan”. El Amor preceptuado, exaltado 

y vivido por Jesús y sencillamente expresado en el Evangelio, 

terminaría con los fanatismos, sectarismos, desilusiones y lu-

chas religiosas, que son el fruto de las interpretaciones bíblicas 

bizantinas y personales de sacerdotes o líderes religiosos que 

todavía no comprendieron la máxima de Pablo; “La letra mata 

y el espíritu vivifica”.

Bajo la difusión exclusiva del Amor, en vez de códigos, 

dogmas y postulados sectaristas, desparecerían las divergencias 

religiosas, y los pueblos confraternizarían en un solo rebaño y 

obedientes a un solo pastor. Por eso, Jesús es el Maestro de la 

eterna sabiduría, y el Evangelio jamás ha de requerir la provi-

dencia de ser modificado en su contenido esclarecedor y espi-

ritual. Hasta el hombre imbécil sabe y siente que en cualquier 

posición geográfica de la tierra, o en la inmensidad cósmica, 

“Sólo el amor salva al hombre”, conforme lo conceptuó el inol-

vidable Jesús.

El Amor que el Evangelio proclama es la ley regente y 

orientadora del pasado y del futuro del hombre. Es el cataliza-

dor de la frecuencia normal del hombre superior, sea cual fuera 

su constitución biológica o morfológica que él viva, sea en la 

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