La Vida Más Allá de la Sepultura
do materializadas por nosotros, en un amoroso coloquio íntimo
con nuestras almas.
Pregunta: Los citados hermanos espiritualistas insisten
en afirmar que las formas o figuras que nos son transmitidas
mediúmnicamente son el producto de los acondicionamientos
psicológicos de la Tierra, como las colonias espirituales y sus
departamentos tan disciplinados no dejan de ser sueños fan-
tasiosos, pues la vida de los desencarnados es exclusivamente
“interior”. ¿Cuál es vuestra opinión?
Atanagildo: Nosotros no somos bandadas de mariposas o
enjambres de abejas que volamos sin rumbo de aquí para allá,
dispensando del apoyo, muy natural, que podemos encontrar
con el contacto con las formas. Mantenemos relación de sim-
patía o antipatía con las formas exteriores, que producimos y
sintonizamos con las relaciones ajenas.
La ausencia de montañas, edificaciones, florestas, pájaros,
trabajo, diversiones y cuidados para nuestro periespíritu, en el
mundo astral, implicaría considerar que nuestros amigos guías
y simpatizantes que están en el astral, no pasan de ser fantas-
mas que ambulan por un mundo irreal, constituido por el “éter-
-interior” de nuestra alma!... También deberíais considerarme a
mí en la misma forma, suponiendo que en lugar de ser un espíri-
tu que se comunica con vosotros estáis oyendo una producción
alucinatoria del médium que os escribe, la que luego de ser una
imagen fugaz, pasaría a desvanecerse una vez que se dejara de
pensar en mí.
Pregunta: Los espíritus que viven en planos más elevados,
¿se congregan en la misma forma en colonias o ciudades seme-
jantes a la que nos describisteis?
Atanagildo: Sin duda. Aunque ellos se encuentren más ín-
timamente ligados a la causa de la vida cósmica y traten con
energías más sutiles, se relacionan con las formas, inconcebibles
para vosotros, pero tan reales para ello como la piedra lo es
para vosotros en la Tierra.
Nuestras metrópolis os parecen fantasías y aún tenéis du-
das por sus configuraciones; mientras tanto, los espíritus más
99