La Vida Más Allá de la Sepultura
tos el techo afectuoso y amigo, debiendo renacer entre padres
indiferentes, impiadosos y despejados de ternura alguna.
Esos padres, además de poseer frialdad, cuando presienten
en el hijo antipático al adversario detestado del pasado, se de-
jan tomar por una invencible repulsión, llegando a expulsar al
infeliz descendiente y a veces, el despecho, el odio o la crueldad,
los lleva a aniquilarlo despiadadamente, conforme lo anuncia la
prensa terrena que es pródiga en esas noticias.
Los espíritus bastante agravados por los delitos del pasado,
que intentan renacer para la debida reconciliación con los ad-
versarios de otrora, necesitan nacer deformes o retardados men-
tales, y sus oportunidades para encarnar son muy reducidas,
pues la acogida es poco favorable en la familia terrena. Aquellos
que se benefician al asomar el remordimiento en sus concien-
cias degradadas se someten amargados a la tentativa —de poco
éxito-de sobrevivir en el hogar de sus enemigos pasados, a los
cuales se ligan por lazos del odio insatisfecho. Dominados por
indescriptible angustia, sólo les importa ajustarse a un cuerpo
de carne para poder borrar el incesante recuerdo de sus críme-
nes, pues en su memoria etérica liberada en el mundo astral, los
segundos vividos les parecen siglos de horror y desesperación.
Entonces, aceptan cualquier encarnación deforme de la car-
ne para renacer en la materia, o entre los padres más odiosos de
la Tierra; necesitan el bálsamo del olvido ante las vilezas come-
tidas en el pasado y concedida en la forma de un cuerpo físico.
Debido a la impiedad u hostilidad criminal de los progenitores
adversos, a veces los devuelven nuevamente hacia las miserias
del mundo astral inferior, expulsándolos del cuerpo de la carne
tan implorado para la redención espiritual, y aún son bastan-
te raros los espíritus que se conforman con ese acontecimiento
odioso. Sintiendo recrudecer el odio mal disimulado bajo las
cenizas del propio interés, se vuelven almas desatinadas y se ar-
rojan rabiosamente sobre sus ex progenitores, persiguiéndolos
implacablemente hasta la hora de su desencarnación, esperán-
dolos en la puerta del Más Allá como enfurecidos demonios sin
el menor indicio de piedad.
Pregunta: Estamos seguros que una gran parte de los pa-
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