La Vida Más Allá de la Sepultura
cios latentes del pasado, para fascinarlos con más facilidad. La
venganza, casi siempre, es el pretexto con que intentan justificar
sus acciones sombrías del mundo tenebroso, pero en verdad,
lo que más les interesa es el culto de los objetivos torpes y la
búsqueda de las satisfacciones viciosas que los acicatea como el
fuego ardiente e inconsumible.
Pregunta: Siempre creíamos que el cuerpo físico era una
protección contra las embestidas de las tinieblas. Reconocemos
que los obsesores operan por vía interna de nuestro espíritu,
pero también es lógico que nosotros podamos dominar con fa-
cilidad a nuestro cuerpo físico, en vez de atender a las astutas
infiltraciones que puedan conducirnos a la obsesión. ¿Cuál es el
motivo de esa gran facilidad con que los malhechores desencar-
nados dominan gran parte de los encarnados?
Ramatís: Es preciso no olvidar, que entre vuestro espíritu y
el cuerpo físico se interpone el periespíritu, que es el verdadero
vehículo o eslabón de las relaciones buenas o malas a que os
entregáis con el mundo invisible. El dominio del cuerpo físico
no ejerce por una acción energética que es un producto exclu-
sivo de la materia, ni es una entidad extraña controlada por
un proceso especial y aislado de vuestro pensamiento; la carne
materializa en su configuración todos los atributos y conquistas
milenarias del periespíritu, que es el sobreviviente absoluto de
todas las transformaciones físicas.
El periespíritu es un conjunto de naturaleza vital podero-
sísima y de intensa actividad en su plano electivo del astral, es
una organización livianísima y de tan asombrosa plasticidad,
que reacciona inmediatamente a la más sutil indicación mental
del espíritu, por cuyo motivo, es extraordinariamente influen-
ciable por la naturaleza de los pensamientos buenos o malos de
las entidades desencarnadas. Durante la encarnación, el peries-
píritu “desciende” vibratoriamente a fin de aglutinar la materia
carnal del mundo físico, pero siempre lo hace con su poderosa
influencia magnética y con su psiquismo elaborado por mile-
nios pasados; entonces, se somete a las leyes de la vida física y
sufre la acción de tendencias hereditarias del cuerpo material en
contra de sus principios milenarios. El organismo físico, a pesar
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