La Vida Más Allá de la Sepultura
febril de alas, quedando luego en una actitud de ave enferma.
Cuando estudiaba las aves del astral inferior, los preceptores me
informaron que aquel tipo de ave lenta, de mirar fijo y enfermo,
sólo devoraba las configuraciones mentales producidas por las
almas encarnadas o desencarnadas que son enfermas, melancó-
licas y sin esperanzas, que especialmente mantienen la idea fija
del suicidio.
En aquellas cuevas y grutas aterradoras del astral inferior,
delante de las expresiones más horrendas que la imaginación
humana pueda crear, la madre Tierra actúa en favor de sus hijos
para que lleguen lo más rápido posible a la perfección. Sirvién-
dose de aquellos repulsivos “transformadores vivos”, los hace
trabajar bajo el control de la ley benefactora para higienizar el
medio e impedir el desarrollo de las formas perniciosas y ofen-
sivas de sus propios creadores humanos.
Pregunta: ¿Hay zonas preferidas por los animales o aves
del astral inferior, como sucede con las especies de la Tierra; por
ejemplo, el oso blanco que gusta del polo, el león, que ama la sel-
va o el buitre que vive entre los picos más altos de la cordillera?
Atanagildo: Las especies de la fauna astral inferior en obe-
diencia a la ley específica del magnetismo afín a sus tipos se
conservan en las regiones o zonas en que se depositan sustan-
cias mentales perniciosas de su preferencia nutritiva. Hay tan-
tas variedades y animales, reptiles y aves astralinas, acordes a la
producción de los más variados tipos de sustancias degradadas
provenientes de las mentes humanas. De acuerdo a la psicología
de los pueblos terrenos, cada raza presenta en particular una
tendencia colectiva más elevada o más nociva, todo depende de
la pasión o de la virtud predominante en su seno. Hay pueblos
cuya índole fundamental es la ociosidad, en otros, la furia beli-
cosa, y existen aquellos en que predomina la sensualidad, la hi-
pocresía, la inescrupulosidad, la ambición o la venganza, como
si fuesen criaturas dominadas por una sola pasión.
Pregunta: ¿Cuáles son las formas elementales repulsivas
preferidas por aquellos caprinos que mencionasteis hace poco?
Atanagildo: Cierta vez me fue dado encontrar a esos repe-
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