Ramatís
nalidad de nuestro pensar es la que gradúa el tipo de energías
que usamos, toda idea o pensamiento digno, constructivo o ele-
vado también utiliza energías más sutiles a fin de hacerse per-
ceptible a los sentidos humanos; mientras que las ideas o los de-
seos torpes y odiosos requieren fuerzas de un nivel más grosero,
enmalezco y violento que al tener densidad o peso magnético,
luego de usada se transforma en residuos bastante perniciosos
que se adhiere al organismo del periespíritu.
No os será difícil comprender eso, pues se trata de una
relatividad magnética constante en todos los actos de la vida
creada por Dios; mientras precisáis de la fuerza poderosa de la
dinamita para romper las enormes piedras, basta un pequeño
soplo de aire para mover un trozo de algodón. Entonces, los
pensamientos egocéntricos y agresivos exigen una energía de
naturaleza primitiva y fuertemente instintiva para atender la
operación mental en el plano inferior.
Si yo —supongamos— estuviese dictando ahora alguna
obra de carácter repugnante, perversa o indecorosa, necesitaría
usar esas fuerzas tan brutas y animalizadas, entonces sería que-
mada y consumida por mi mente una frecuencia magnética muy
inferior, porque mi espíritu tendría que graduarse en una tonali-
dad más “baja” para sintonizarse con eficiencia en el plano gro-
sero en que yo me demoré con el pensamiento degradado. En
ese caso podéis comprobar una vez más la realidad y prontitud
con que actúa la ley de correspondencia vibratoria, en donde
“los semejantes atraen a los semejantes”. Esa sustancia residual
usada permanecería fluctuando en el aura de todos nosotros
durante el tiempo de mayor o menor interés por el asunto tra-
tado, hasta que pudiésemos absorberla en nuestro metabolismo
psíquico, pues debido a su fuerte densidad magnética no podría
volatilizarse más en el medio astral, pero sí incorporarse instin-
tivamente al periespíritu en la ley de atracción común.
El vapor de agua puede disolverse instantáneamente en la
atmósfera reinante, porque su vibración sutil, muy intensa, per-
mite que tal cosa suceda, mas el fenómeno en forma de líquido no
sería posible y sólo habría precipitación hacia el suelo, el cual lo
absorbería. Conforme a las leyes del mundo astral, esos residuos
que se incrustan en el periespíritu son los que causan enfermeda-
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