Ramatís
Pregunta: ¿Podemos suponer, que después de la desencar-
nación, nuestra vista podría distinguir a algunas criaturas cono-
cidas, que estuvieran padeciendo en esos valles?
Atanagildo: No sólo podréis identificarlas en su persona-
lidad humana, sino, que veréis sus más acerbas aflicciones, y
también correréis el riesgo de captar las emanaciones pestilen-
tes de sus auras profundamente intoxicadas... Sin duda, existe
profunda diferencia entre las emanaciones perfumadas prove-
nientes de la fragante rosa y los olores repugnantes de la carne
putrefacta.
Por lo que he observado, os aseguro que ningún heroísmo
orenuncia en el mundo físico, consigue suplantar la abnegación
y el esfuerzo incesante de esos espíritus benefactores, que desde
este plano bajan periódicamente a los charcos, a fin de liberar
almas, víctimas de las celadas diabólicas y merecedoras del au-
xilio bendecido, o para aliviar el espantoso sufrimiento de los
más degradados.
Pregunta: ¿No será indiscreción indagaros sobre cuál fue el
valle de mayor sufrimiento que más os impresionó en el mundo
astral, después de vuestra desencarnación?
Atanagildo: Aunque la piedad ya merodea en vuestros co-
razones, sólo en el Más Allá comprenderéis la realidad benefac-
tora que encierran los sufrimientos dantescos en la expiación
del alma. En el mundo físico la ignorancia por la vida espiri-
tual nos hace excesivamente sentimentalistas, pues desespera-
mos delante de ciertas tragedias, infelicidades o catástrofes, que
fundamentalmente son procesos eficientes de cura y restitución
para el espíritu enfermo.
Debo aclarar que las regiones pantanosas del astral inferior
aunque varíen de aspecto, sufrimiento e intensidad dramática
en cada valle de expiación, en los acontecimientos dolorosos en
su esencia, siempre convergen los recursos para la cura psíquica
y no corporal. Se benefician tanto los avaros, bajo el sufrimiento
y las alucinaciones en busca de sus tesoros perdidos, como los
egoístas, aislados en el más indescriptible silencio. En lo íntimo
de todas esas almas la dolorosa rectificación obligatoria es un
acelerado proceso que sólo tiende hacia el objetivo de la cura
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