Ramatís
partiera antes de encarnar. Bajo un grosero ejemplo compara-
tivo; os recordamos a vosotros, que la fase más incómoda, para
el buzo, consiste en vestir la pesada escafandra de caucho y
después soportarla en el fondo del mar, mientras que todo es
más fácil, cuando debe abandonar el medio líquido y liberarse
de la vestimenta asfixiante.
En cuanto a los perjuicios que pueda ocasionarle el Alma
durante su desencarnación, depende principalmente, de su ca-
rácter espiritual y si es retenido por mucho tiempo en las mallas
de las fuerzas magnéticas, que acostumbran arrojar en los mo-
mentos de desesperación dramática por parte de los parientes
terrenales.
Pregunta: ¿Todas las desencarnaciones se demoran, a cau-
sa del desconocimiento espiritual, tan común en la mayoría de
los terrenos?
Atanagildo: Así como algunos se retardan debido a las
grandes dificultades, quedando encadenados por largo tiempo a
los espasmos vitales del cuerpo físico; otros espíritus, a la simple
premonición de su desencarnación, vienen a nuestro encuentro
en el mundo astral, demostrando poca preocupación por haber
dejado el mundo material, porque nada les ataba a la vida hu-
mana. Esos espíritus se han esmerado en servir a la humanidad
y habiendo realizado hercúleos esfuerzos para liberarse de los
vicios y de las pasiones esclavizantes, cuando alcanzan la hora
de su muerte física, se encuentran desprendidos de las cadenas
de las sensaciones inferiores de la carne. Es evidente que este
tipo de alma, aunque se encuentre aprisionada por los lazos de
la materia, vive la vida del cielo anticipadamente y no se impre-
siona con la muerte del cuerpo y atiende confiada, la convoca-
ción espiritual del Señor.
Son criaturas, que aún en la vida física, trabajan para de-
satar los eslabones del sentimentalismo exagerado y egoísta
que los amarra a los parientes mundanos, reconociendo que la
verdadera familia es la comunidad espiritual universal, prove-
nientes del mismo Padre. Se desprenden de las atracciones pro-
saicas de la vida humana, así como las criaturas abandonan sus
juegos, cuando alcanzan la juventud.
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