La Vida Más Allá de la Sepultura
la hipótesis de una piedad que disfraza una solución sentimen-
tal de nuestro propio interés.
Pregunta: ¿Nos podéis dar un ejemplo más objetivo, así
comprendemos con más exactitud esa concepción vuestra?
Atanagildo: Hay familias que por ignorar las finalidades
rectificadores de la Ley del Karma, cuando se ven apresadas al
lecho del pariente o amigo sufriente, imposibilitado de salvar-
se, subliman ese acontecimiento tan incómodo y sin solución
práctica, con la ingenua concepción que mejor “sería su muerte
antes que sufrir tanto”. Y, si son incapaces de hacerse un exa-
men de “auto-crítica”, aún se alaban diciendo, que proceden así,
obedeciendo a un impulso de caridad hacia los demás...
En realidad, al estar cansados por la excesiva esclavitud
junto al lecho del doliente incurable, además de la impresión
mala y angustiosa que les causa su enfermedad y que por otro
lado altera el presupuesto de la familia, puede nacer en el sub-
jetivismo de ciertas almas, la idea “piadosa” de que sería mejor
que “Dios se lo llevara” antes de hacerlo sufrir tanto. Mientras
tanto, ignoran el sentido de aquel dicho de Jesús que dice así:
“... ni siquiera los más simples pajaritos mueren sin que sea la
voluntad de Dios, así que todo lo que sucede en vuestras vidas,
obedece siempre a un sentido de sabiduría y justicia superior”.
Examinando a ciertos enfermos incurables a la luz de su
responsabilidad kármica, se comprueba, que muchos de ellos
no pasan de ser antiguos promotores de tropelías, rapiñajes o
ejecutores de planes maquiavélicos, que en encarnaciones ante-
riores beneficiaban a los mismos familiares, con los que hoy la
Ley unió por misma sangre terrena y que ahora, rodean afligi-
dos y desesperados en un lecho de sufrimientos.
Bajo mi débil entendimiento, matar por “piedad” es lo mis-
mo que matar por “ignorancia”, delito que su “piadoso” sentir
no dejará de rectificar en el futuro. En base del coeficiente mo-
ral del actual ciudadano terreno, sólo los dolores muy acerbos
podrán hacerle comprender el valor de la vida humana, porque
lo ayuda a su más eficiente y pronta recuperación de los bienes
desperdiciados en el pasado.
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