La Vida Más Allá de la Sepultura
hacia el que desencarna. No es raro observar que los parientes
que demuestran más aflicción y empeño por curar las molestias
“incurables” de su familia son los que más lo bombardean con
los rayos de hostilidad durante el llamado “último momento de
vida”, sin poder ocultar el deseo vivo de hacerlo descender a
la tumba lo más rápido posible. Así como algunos parientes y
amigos emiten esos hilos de magnetismo opresor, dificultándole
el desligamiento definitivo del cuerpo, otros le arrojan flechas
envenenadas, aunque sus caras se encuentren bañadas de lá-
grimas y sus gritos sean los más estridentes. El hombre que
posee muchos patrimonios materiales raramente consigue par-
tir de la Tierra bajo el unánime sentimiento de pesar y el llanto
sincero de su parentela carnal. Los motivos son muy razona-
bles para evidenciar esa contradicción, pues la familia terrena
generalmente se compone de espíritus adversarios, que mal se
soportan bajo las mismas actitudes mentales y los sentimientos
divergentes que se manifiestan violentamente junto al lecho del
moribundo, cuando sus patrimonios materiales pueden encen-
derlos más condenables deseos de codicia entre sus familiares,
al entrever la división de la herencia.
De modo alguno puedo daros consejos para que abando-
néis vuestros dolientes enfermos sin la ayuda de médico, por-
que percibierais prematuramente su muerte irremediable. Lejos
estoy de asumir esa responsabilidad ante vosotros o interferir
simple o violentamente en vuestros sentimientos. Cuántas ve-
ces un poco de agua cedida de buena voluntad ha resucitado
a muchos moribundos desengañados; cuántas veces la sala de
operaciones, equipada con los mejores instrumentos del mun-
do, fracasó ante un simple caso de apendicitis. Indudablemente,
podréis continuar socorriendo a vuestros familiares enfermos
en casos como los manifestados, aunque éstos se encuentren de-
sengañados sobre su real situación, pero es obvio que eso no os
hará ganar el cielo, ni os llevará al infierno, si la Ley del Karma
ya lo tuviera señalado para la muerte...
Resumiendo: la desencarnación tiene características muy
particulares; cada uno recoge aquello que siembra, en el tiempo
exacto y previsto por lo Ley.
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