La Vida Más Allá de la Sepultura
“muertos” en base al certificado de defunción. Uno de ellos es
el proverbial “miedo” a la muerte, que es muy común entre los
pueblos occidentales, por desgracia bastante ignorantes de la
realidad espiritual y de la inmortalidad del alma: el otro factor
proviene de los clamores de los familiares, que en su desespe-
ración e ignorancia terminan por imantar fuertemente al mo-
ribundo a su lecho de dolor, dificultándole la liberación rápida
del espíritu.
No basta que los hombres hayan sido educados brillante-
mente en famosas academias o que posean adelantada cultura
científica, acumulada a través de muchos años de estudio, ya
que generalmente valorizan por demás el escenario del mundo
material y confunden el verdadero sentido de la vida del espí-
ritu inmortal con los efectos transitorios de la existencia física.
Cuando se enfrentan con el terrible momento de la “muerte”,
en donde la vida corporal se escapa sin posibilidad alguna de
retención en base a los recursos humanos, el miedo les gana el
cerebro y se apegan desesperadamente a los últimos resquicios
de vitalidad, demandando más tiempo para desatar los últimos
lazos de la existencia terrena.
Pregunta: ¿Todo eso no podría sucederles también a las
almas benefactoras que hayan sido devotas a las prácticas re-
ligiosas?
Atanagildo: Asimismo algunas almas benefactoras —aun-
que no se hayan esclavizado totalmente a las sensaciones de la
carne-pueden prolongar más el tiempo necesario para la muerte
del cuerpo físico, pues su tremendo temor a la muerte y a la
desconformidad con la cesación de la vida carnal termina por
encarcelarlos en el cuerpo en agonía.
En sentido opuesto se encuentran aquellos que sin ser be-
nefactores no sienten ningún temor por la muerte y llegan hasta
enfrentarla con desdén; sin embargo, demoran en liberarse del
cuerpo, porque si consiguen romper las cadenas creadas por el
miedo, no pueden lograr el mismo éxito con los fuertes esla-
bones de las sensaciones y pasiones inferiores, a las que tanto
se encadenaron en la materia. Con ese miedo a la muerte y el
apego condenable a las satisfacciones provisorias de la carne, la
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