Ramatís
obedecen más a los instintos de las pasiones animales que a la
razón espiritual; poco a poco se dejan envolver por las suges-
tiones maléficas de los malhechores de las sombras, que desde
el Más Allá les preparan anticipadamente el periespíritu para
que se sintonicen mejor a sus vibraciones maléficas después de
la llamada muerte del cuerpo físico. Son pocas las almas que en
la existencia física- se esfuerzan por vivir las enseñanzas salva-
doras del Evangelio, en la creencia que los sacrificios y las vici-
situdes soportadas en la materia les ha de garantir la liberación
espiritual en el reino del Más Allá de la Tumba.
Vosotros sabéis bien que, aun estando en la Tierra, vuestra
seguridad y protección depende mucho del tipo de amistades que
escogéis. No podríais contar con una amistad sincera si os ligáis
a un grupo de malhechores, pues es obvio que si son hombres
egoístas y rencorosos, que aún no han podido siquiera conseguir
su propia seguridad, de modo alguno podrán ofrecerle a otros.
Los encarnados que descuidan su responsabilidad también culti-
van afecciones menos dignas, desde este lado, impermeabilizán-
dose para poder recibir los incesantes llamados de sus “guías” o
“ángeles de la guarda”. Es indudable que tales criaturas después
de la muerte corporal tendrán que ser recibidas en el astral por
la sombría comisión de las tinieblas, que exigirán los derechos de
propiedad que ya poseían sobre tales espíritus cuando éstos aún
se encontraban en el mundo material.
Siendo así, la protección tan necesaria y deseada, una vez sa-
lido de la desencarnación, dependerá fundamentalmente del pa-
drón espiritual que hubiereis cultivado en vosotros mismos; cada
ser se eleva accionado por su propio dinamismo angélico, aunque
reciba el amparo justo y merecedor de amigos y parientes, que
mucho lo ayudan a encontrar su plano favorable en el Más Allá.
Pregunta: ¿El espíritu consigue abandonar con facilidad
su cuerpo físico después que se considere “muerto” aquí en la
Tierra?
Atanagildo: Hay dos factores muy importantes que no sólo
perturban a los encarnados en la última hora, sino que aun les
imponen serias dificultades debido a que los retienen más tiem-
po del debido junto al cadáver, después de haberse considerado
222