Ramatís
propicias los acompañan hasta después de la muerte corporal y
los incitarán a los invencibles recuerdos de la vida terrena.
Pregunta: ¿El advenimiento de la máquina, no creó una ex-
traordinaria revolución en las costumbres humanas? Creemos
que en esas colonias antiguas, existentes en el astral, se podrían
efectuar grandes transformaciones mentales, siempre que se
acompañen con algunos progresos, como sucedió con la meca-
nización admirable en la vida física. ¿Cuál es vuestro parecer?
Atanagildo: Sin querer contrariar a vuestras justas apre-
ciaciones, algunos pueblos europeos y asiáticos de la Tierra, son
esencialmente afectos al tradicionalismo del pasado, por cuyo
motivo resisten deliberadamente a la infiltración avanzada de
las máquinas modernas. En las márgenes del Ganges, del Nilo y
del Eufrates, campesinos y pensadores inteligentes, se obstinan y
rechazan los utensilios, instrumentos agrícolas y embarcaciones
que harían subir la sangre de espanto a vuestros bisabuelos...
Ciertos principados, sultanes o jefes de tribus emancipadas,
repelen los simples trajes de la vida moderna, porque aprecian
las pompas, el ceremonial y las etiquetas reales, sintiéndose vo-
luptuosamente felices cuando pueden ostentar insignias, galar-
dones, vestuarios brillantes de pedrería y condecoraciones del
tiempo de los imperios, los cuales, son mal protegidos del polvo
y el recuerdo. El mundo moderno, lleno de actividades renova-
doras y de un cientificismo que va demoliendo superficialida-
des y aproximando todos los extremos de la vida humana, aún
no consiguió modificar la intimidad de esas criaturas llenas de
ideas anticuadas v que creen poseer una genial sapiencia...
Es obvio, por lo tanto, que después de la desencarnación,
esas criaturas se dejarán dominar por las imágenes mentales re-
gresivas, sometiéndose únicamente a las reglas conocidas y a las
tradiciones que les son simpáticas. Como la vida después de la
tumba, depende fundamentalmente de la fuerza mental que po-
see el espíritu desencarnado, en donde funciona el pensamiento
como su potencial de relaciones y progreso, ningún advenimien-
to progresista, semejante al que ocurrió con las máquinas en la
Tierra, podrá romper las cristalizaciones mentales de esas al-
mas esclavas a las reglas envejecidas.
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