La Vida Más Allá de la Sepultura
nos proyecta y no nosotros. No se trata de una creación mental
introspectiva, pero sí una creación que se reproduce fenoméni-
camente en el ambiente como resultante positiva de aquello que
creamos en la intimidad del alma. Lo podéis suponer como un
vivísimo proyector cinematográfico que fija en la tela exterior
del astral la suma de nuestros sueños y deseos, los que a su vez
se entrelazan a los de los de otros compañeros.
Pregunta: ¿Desde el momento que las cosas materiales
del mundo terreno pueden producir modificaciones interiores
y fundamentales en el alma, no sería ingenuo de nuestra parte
suponer que cosas semejantes puedan ejercer influencia en los
desencarnados por el sólo hecho de ser sustancia astral?
Atanagildo: A medida que el espíritu asciende hacia regio-
nes superiores, también ingresa en un campo de energías más
sensibles, que reaccionan con prodigiosa eficacia a las más dé-
biles irradiaciones mentales. Es lógico que el pensamiento no
pueda levantar una piedra del mundo físico, porque se requiere
el empleo de las manos o de una palanca; en el plano en donde
el ambiente es constituido exclusivamente de materia mental,
el pensamiento actúa directamente en ese medio, produciendo
ocreando inmediatamente aquello que desea. A pesar de ser el
pensamiento energía mental concreta, no puede actuar directa-
mente sobre la piedra, que es materia, porque, de acuerdo a la
ley vibratoria, tampoco la piedra consigue cambiar la naturale-
za esencial del pensamiento.
En nuestra esfera vivimos entre la materia mental del pla-
no superior y la materia física del plano inferior; todo lo que
creamos o pensamos se encuentra vigorosamente impregnado
de la sustancia mental de nuestros pensamientos. Tanto es así,
que nuestras emociones y alegrías se asocian y reflejan en las
cosas que creamos, porque poseen un poco de nuestra sustan-
cia mental. Gracias a esa vivísima reacción del ambiente sobre
nuestro pensar y sentir —el medio astral que nos rodea también
se encuentra impregnado de nuestros pensamientos o energía
mental— gozamos de la impresión de estar ligados a las cosas
que nos rodean y que sólo aparentemente están fuera de nuestra
alma.
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