eso?
Ramatís: Aunque no tenían fundamento los exagerados ayunos de esos cuarenta días en el
desierto que le fueron atribuidos, realmente se sirvió de los mismos en algunas oportunidades, como
una delicadísima terapéutica para armonizar su espíritu con las exigencias de su cuerpo físico. No era
ninguna práctica iniciática u obligación religiosa; sólo era un recurso sublimado y admisible en una,
entidad tan excelsa, cuya conciencia angélica ultrapasaba los límites materiales ofrecidos por el
organismo carnal. El ayuno desahogaba la circulación sanguínea por causa de los tóxicos
provocados por los cambios fisicoquímicos de la nutrición y asimilación, además, debilitaba las
fuerzas agresivas del instinto inferior, aquietaba la naturaleza animal, aclaraba la mente y el sistema
cerebroespinal pasaba a irrigarse por una sangre más limpia.
Durante el reposo digestivo, la naturaleza renueva sus energías, restaura los órganos debilitados,
activa el proceso drenativo de las vías emuntoras por donde se expulsan los tóxicos y substancias
perjudiciales para el organismo. Es lógico que el ayuno debilita debido a la desnutrición, pero
compensa porque reduce la fuerza de la carne y desahoga el espíritu, permitiéndole reflexiones
lúcidas e intuiciones seguras.
Durante el debilitamiento orgánico, impuesto por el sufrimiento o el ayuno, las facultades
psíquicas se aceleran y la lucidez espiritual es nítida, conforme se comprueba en las personas que se
hallan prontas a la desencarnación, pues recuperan su claridad mental y rememoran lejanos hechos
de su existencia humana. La caída de las energías físicas proporciona mayor libertad a la conciencia
del espíritu, y hay una tendencia innata de huir espiritualmente del cuerpo físico ni bien se debilita
este último. Dice el vulgo que las personas en el auge de la fiebre, acostumbran a "devanar", es decir,
son tomadas por alucinadas, pues llegan a identificar a conocidos que ya desencarnaron hace mucho
tiempo, como también ven insectos, figuras grotescas, cosas extrañas que no corresponden al mundo
material.
Por eso, el ayuno era para Jesús el recurso beneficioso con que contemporizaba la excesiva
tensión de su Espíritu en la carne. Su fabulosa actividad mental provocaba excesivas saturaciones
magnéticas en el área del cerebro, su cuerpo, aunque fuera sensibilísimo en todo su sistema
orgánico, era insuficiente vehículo para atender las exigencias de su amplia conciencia sideral. Los
neuronios y centros sensoriales estaban constantemente en alta tensión, como la lámpara modesta
que amenaza romperse ante el exceso de energía.
El Ángel es la entidad que más se aproxima a los atributos de Dios, como son la Sabiduría, el
Poder, la Voluntad y el Amor. En consecuencia, posee cualidades superiores a los tipos comunes y
reencarnables en la tierra. El organismo físico no le ofrecía los recursos necesarios para equilibrar el
mundo angélico con el de la materia. Aunque no hubiera sido crucificado a los 33 años no habría
sobrevivido mucho tiempo, pues su cuerpo carnal ya comenzaba a manifestarse agotado e
incapacitado para atender sus elevadas exigencias mentales.
El Maestro Jesús fue indiscutiblemente, la entidad de más alta estirpe sideral que halla
descendido a vuestro mundo. Su conciencia amplia y poderosa luchaba incansablemente para poder
dirigir al cerebro humano. Era un divino balón que se hallaba cautivo por delicadísimos hilos de seda.
Su espíritu elevado y en permanente vigilia hacía grandes esfuerzos para dominar a las pujantes
energías de la vida animal, que se multiplicaban en la esfera instintiva e intentaban dominarlo, tanto
como él las repelía. Innegablemente, se trataba de una conciencia angélica de sereno contenido
espiritual que debía proporcionar euforia a la carne, pero su fuerza, sabiduría y poder, sobrepasaban
las fronteras de la conciencia humana.
Además, la tradición religiosa terrícola siempre pintó al ángel como una entidad resplandeciente,
y a Satanás como el símbolo del instinto animal, de rodillas delante de Miguel Arcángel cuando
lo enfrenta con su luz. Aunque el Sol sea un potencial creador y benéfico, bajo sus rayos
abrasadores hasta el "iceberg" se aniquila. Muchos de los hombres célebres de vuestro mundo, como
son los poe-tas, escritores, músicos, escultores y filósofos han presentado fases anormales,
mostrándose perturbados por la elevaba tensión de sus espíritus sobre el sistema neurocerebral
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Por otra Parte las noticias trágicas, las sorpresas y las alegrías que dan las fortunas fáciles,
inesperadas, pueden
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