Los galileos usaban agua como bebida; algunas veces, leche de cabra y el vino de la campiña,
este último era muy ácido. Eran eximios para hacer miel de higos, jarabes, jugos de frutas y vegetales
escogidos que acostumbraban a guardar en vasijas de barro, enterrados en la tierra y revestidos por
una arena porosa que absorbía la humedad del suelo, proporcionando una refrigeración natural. Eran
refrescos deliciosos y tradicionalmente se servían con panes de centeno, de trigo o bollitos de polvo
refinado que se proveían de las sobras de los molinos.
La agricultura, a pesar de abastecer lo esencial para el consumo de las familias, era precaria,
pues la abundancia de pescado en los lagos y ríos de Galilea, no acrecentaba el interés por otros
recursos alimenticios. Los pescadores iban a cazar a los bosques o a las montañas cuando se
hallaban hartos del mar y de los pescados. Así mismo, no eran muy partidarios en sustituir el alimento
predilecto, pues los vegetales y frutas los preparaban tan bien, que no perdían su sabor natural y
propiedades nutritivas. Pero, el pescado era el alimento tradicional y lo preparaban de mil modos
distintos, lo hacían frito con aceite de oliva y lo agregaban a la sopa de cereales; o también lo servían
con panes frescos de trigo. También se hacían deliciosos bollitos al aceite, cuyo aroma era muy
conocido a la distancia. La alimentación de los nazarenos se completaba con higos cocidos o crudos,
támaros del Líbano, uvas secas, aceitunas, pan de trigo o negro con miel de higo o abeja. En
determinados días de la semana, se fabricaba una manteca con leche de cabra, que después era
servida con los tradicionales panes pequeños, mezcla de la harina sobrante de los molinos, donde
predominaba el trigo.
El niño Jesús prefería los panecillos con miel de higo y de abeja, o los bollitos, que gustaba
mezclar con el sumo de la cereza. Mas Jesús, siempre fue adverso a los alimentos carnívoros,
aunque recomendara el uso del pescado; y aun en la última cena con sus discípulos, expuso el más
significativo símbolo educativo de la vida espiritual, cuando tomó una porción de pan y un vaso de
vino y lo ofreció diciendo: "Aquí está mi carne y mi sangre".
Pregunta: Aunque tenemos conocimiento sobre algunas distracciones del niño Jesús, nos
gustaría saber, cuáles fueron los juguetes y las diversiones que más prefería.
Ramatís: El niño Jesús, como espíritu de elevada estirpe sideral aprendía con gran facilidad
cualquier iniciativa de su pueblo; además, era el más eximio alfarero de los alrededores entre los
niños de su edad. Era diestro en fabricar animales y aves de barro, a veces, se dedicaba con tal
ánimo y pericia creadora que los productos forjados por sus manos arrancaban exclamaciones de
admiración entre los adultos.
¡Parecen vivos! decían los más entusiastas, llenos de profundo asombro.
Bajo sus dedos ágiles y delicados, el barro amorfo despertaba como si le fuera dado un soplo de
vida. Jamás percibieron sus contemporáneos que allí se encontraba el ángel exilado en la carne,
sublimando las sustancias del mundo material en figuras de contornos poéticos y atrayentes. Los
pequeñitos rodeaban a Jesús, atentos y asombrados por la rapidez con que transformaba un puñado
de barro arcilloso en la figura esbelta de un ave o animal, que sólo le faltaba moverse para dar la
sensación de estar vivo. Después, los niños corrían aceleradamente hacia sus casas portando las
figuras confeccionadas por Jesús, que reía feliz como un príncipe magnánimo.
En aquella época la escultura de barro era inferior, hecha rápidamente y con carácter
exclusivamente comercial para adornar los hogares pobres, porque las obras finas de arte provenían
de Egipto, de la India y de Tiro a pedido de los romanos y hebreos ricos. Las manos del niño prodigio
daban tal belleza y expresión en sus productos esculturales, que los artesanos de calidad no temían
colocarlos a la par de las obras más finas y de buen gusto. Durante sus trabajos de arte en la arcilla,
Jesús se mostraba serio y compenetrado, los labios contraídos y un vuelo de elevada inspiración le
cruzaba por la mente angélica hasta terminar su trabajo. Cuando se daba por satisfecho y finalizaba
su obra, su fisonomía se desahogaba y su rostro se abría en una expresión de infantil alegría.
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Nota del Médium: Nosotros, tuvimos un niño en la familia, hoy es un mozo absolutamente vegetariano, cuyos ataques
circulatorios en la niñez, desparecieron cuando sus padres eliminaron la carne de su alimentación, conforme lo aconsejó un
espíritu desencarnado.
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