más astutos y ofensivos, puesto que el advenimiento del Maestro terminaría sustrayéndoles a
innumerables criaturas, pues el evangelio que pregonaría tenía fuerza y liberaría a muchas almas que
se encontraban esclavizadas en el astral inferior. Con su saña diabólica, los enemigos de la Luz
intentaron perturbar los ascendientes biológicos de José y María, decididos a debilitar el organismo
carnal planeado por los Biólogos Siderales, y que debería servir como instrumento mediúmnico para
la trayectoria redentora de Jesús.
Pregunta: Nos agradaría conocer algunos detalles sobre ese júbilo de los ángeles y su influencia
sobre la tierra cuando nació el niño Jesús. ¿Puede ser?
Ramatís: Es natural, que esa influencia sublime alcanzó a los hombres de buenos sentimientos y
actuó por la vía espiritual y no se hizo ostensiva a los sentidos físicos. Algunos iniciados de Alejan-
dría. India, Arabia y de los santuarios esenios, situados en los montes Moab, en el Carmelo y el
Monte Hermón, en Judea, también comprobaron que un hecho de elevado significado espiritual
estaba sucediendo en la superficie de la tierra, marcando, tal vez, el descenso de un Avatar. Isaías y
Micheas, los profetas que previeron la venida del Mesías en el Viejo Testamento, fueron recordados
por los astrólogos, iniciados y magos; consultaron las cartas astrológicas y las posiciones de los
astros, confirmando que se había iniciado la era de la transformación moral y espiritual de la
humanidad, gracias a la presencia de un Espíritu poderoso en medio de la humanidad.
Ya habíamos dicho, que una extraña alegría y emoción paradisíaca envolvía a las personas de
buenos sentimientos, ante la presencia de Jesús y sus ángeles junto a la tierra, tal como sucede,
cuando llega la primavera, pues el reino vegetal parece tocado por una extraña magia sidérea y
comienza a manifestarse en todo su esplendor, invitando a las criaturas humanas a solazarse
pletóricas de sentimientos y pensamientos creadores. La tierra, por lo tanto, quedó impregnada de
fluidos sedantes que amainaban las tempestades y las aflicciones humanas, mientras se purificaba el
triste panorama del mundo material. Bajo esa influencia amorosa y pacífica, se consolidaron las
fórmulas de paz y constructividad entre los gobernantes y florecieron las artes; concretáronse
proyectos benefactores y se multiplicaron iniciativas de amparo a los desheredados. Reyes y jefes de
tribus belicosas, movidos por un sentimiento de magnanimidad, indultaban a sus prisioneros,
libertaban a los esclavos y cesaban los planes belicosos. Debilitábase la violencia, multiplicábase la
tolerancia y la ternura en los corazones de los hombres, superando fácilmente los impulsos
destructivos del instinto inferior.
Aunque Jesús siempre estuvo en Espíritu junto a los hombres, durante su encarnación terrena se
manifestó personalmente para toda la comunidad humana, pues la envolvía directamente en su
excelsa vibración sideral, en vivencia íntima con el Cristo Planetario. En verdad, las potencias
angélicas habían derrotado exitosamente a las legiones satánicas y Jesús alcanzó su cuerpo terrenal
con una óptima contextura cerebral. Malgrado a las embestidas diabólicas del Comando de las
Tinieblas, pudo configurarse en un hermoso niño, lleno de lucidez y que iniciaría su peregrinación
física para entregar a la humanidad el mensaje de su liberación espiritual.
Alrededor de su lecho las potestades angélicas habían colocado poderosas barreras de luz para
disociar cualquier carga de magnetismo nefasto, proyectado con intención de impedir su misión
crística. Jesús, realmente, venció a Satanás; y la Sublime Luz del Ángel triunfó sobre el reino de las
Tinieblas.
Pregunta: José, padre de Jesús, ¿nunca percibió algo de extraordinario en su hijo, que lo
convenciera de que era una entidad mesiánica?
Ramatís: Conforme dijéramos, José era un hombre prudente, práctico y hasta incrédulo a las
visiones mediúmnicas de María, pues su vida transcurría en un ritmo prosaico, de intenso trabajo y
abnegación constante hacia la familia. Sin embargo, tampoco pudo sustraerse de los fenómenos que
alcanzaron su espíritu durante el nacimiento de Jesús, pues a pesar de su severidad y prudencia
espiritual, le pareció distinguir sonidos y melodías indefinibles, mientras que su alma presentía una
luz zafirina y plateada. Temoroso de caer en el ridículo ante los demás al no poder describir esos
fenómenos por medio de la sensibilidad física, entonces prefirió callar ante esa extraña sensación,
que tomó a cuenta de una alucinación. María, su esposa, adormecía en un trance feliz, viviendo
a
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