El hecho en sí, fue de suma importancia y bastante jubiloso para los familiares de María, cuando
comprobaron que su primer hijo era un hermoso querubín. El hecho fue trascendental, porque nadie
recordaba que hubiera nacido en Belén o Nazaret una criatura tan hermosa, cuya fisonomía se
hallaba envuelta en extraños fulgores. Bajo la mirada asombrada de los presentes, el niño Jesús no
presentaba las arrugas características de los recién nacidos, más su cara rosada, el semblante
sereno y la quietud de los labios, conformaban la plástica de una encantadora muñeca viva, y que a
veces, presentaba un aire de gravedad o divino poder.
Pregunta: ¿Por qué los religiosos transformaron el nacimiento de Jesús en un acontecimiento
incomún y legendario, como lo relata la historia sagrada?
Ramatís: Aunque Jesús haya nacido ajeno a los milagros, el hecho revistió suma importancia en
el Espacio, alrededor de la tierra, donde los ángeles que lo acompañaron en el descenso, vibraron de
intenso júbilo por el éxito alcanzado en el mundo espiritual con el advenimiento del Mesías. Era el
más esplendoroso acontecimiento verificado hasta aquella época, pues a través del sacrificio de tan
elevada entidad espiritual, las entidades tenebrosas, desde ese momento comenzarían a recibir con
mayor fuerza la Luz Crística, en comunión íntima con el Cristo Planetario. Jesús, el Mesías, instru-
mento vivo y descendido de los cielos, derramaría a través de su carne la Luz del Espíritu del Señor,
enseñando rápidamente el camino de la liberación al "hombre viejo", todavía encadenado a la fuerza
coercitiva de los instintos animales.
Aunque los hombres ignoraban en su conciencia física la naturaleza excepcional del
advenimiento del Mesías a la tierra, lo cierto es, que en la vecindad del hogar de María y José se
sentía un júbilo extraño y deliciosa esperanza que les alcanzaba el alma como un sentimiento
indefinible. Flotaba en el aire algo de excelso y suave, fluctuaba como una ansiedad espiritual; y un
suave magnetismo penetraba el espíritu de sus moradores. Desde ese día, las personas se
entendían pacíficamente, ninguno reclamaba por juicio ningún derecho, mostrándose indiferentes a
los litigios. La avaricia y la ganancia humana se debilitaban bajo esa fuerza desconocida y saludable
que colocaba los intereses humanos en situación secundaria.
Ese es el motivo porque los religiosos crearon leyendas y milagros alrededor del nacimiento del
niño Jesús en la tierra, asociándole las mismas fantasías atribuidas a otros instructores espirituales
de la humanidad. Ninguna estrella se movió en el cielo guiando a los reyes magos hasta Nazaret,
aunque Melchor, Baltazar y Gaspar trataron de identificar el lugar donde debía encarnar el Avatar
prometido para aquella época. Eran viejos magos y experimentados astrólogos, que por la disposición
extraordinaria de los astros en el signo de Piscis y su profunda sensibilidad mediúmnica,
comprobaron que una elevada Entidad Espiritual había nacido en la tierra. Debido a sus cálculos
astrológicos y a su habilidad esotérica comprobaron que la conjunción de Saturno, Marte y Júpiter
marcaba una fecha sideral de suma importancia para las actividades espirituales. Era un indicio
perfecto del clima vibratorio favorable a los acontecimientos espirituales, pues el magnetismo suave e
inspirativo del signo de Piscis, balsamizaba el campo astrológico sobre Judea, y la presencia sim-
bólica de la estrella predecida hace milenios, como señal incomún del Mesías, dieron a los
tradicionales magos la certeza del nacimiento de una elevada Entidad Espiritual.
La naturaleza sublime de Jesús y sus huestes amigas irradiaban luz angélica sobre la atmósfera
terrena, alcanzando los corazones de los hombres y mujeres sensibles, despertándoles un
sentimiento de confraternización y convergencia mental hacia los ideales superiores. En verdad,
consumado el nacimiento del niño Jesús en el plano físico, los ángeles, los maestros y auxiliares
espirituales del Señor se regocijaban felices, aunque agotados por la inconcebible tarea de ajustar el
poderoso espíritu de Jesús en el cuerpo vibrátil del "picaflor" humano, que sorprendía a las personas
pacíficas y conmovía a las más endurecidas. En seguida, todos ellos elevaron sus cánticos al
Magnánimo Autor de la Vida y le rindieron gracias por el suceso alcanzado, pues había encarnado sin
defectos o lesiones orgánicas, superando los objetivos malignos de la dirección de las tinieblas.
Sin embargo, la delicadeza orgánica del niño Jesús, desde ese momento pasó a exigir una
rigurosa vigilancia y protección desde lo Alto, pues los espíritus de las tinieblas continuaban
insistiendo para poder aplastar su cuerpo carnal. Para lograr su fin, habían movilizado los recursos
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