Envuelta por un halo de perfumes, mezcla de la dulzura del lirio y la fragancia del jazmín, se sintió
balsamizada por un suave magnetismo, vio a su guía que le señalaba a alguien, a su lado, diciéndole
que se trataba del espíritu de su hijo. María vibró de júbilo y quiso postrarse de rodillas, cuando
percibió que la sublime entidad recortada en un halo de luz esmeraldina, cuya aura, mezcla de
colores rosados y zafirinos le sonreía dulcemente. Entonces la entidad que sería Jesús, el Enviado
del Cristo a la tierra, la llamó con suma ternura por su "nombre sideral", recordando a María el
compromiso de fidelidad espiritual asumido antes de encarnar. En el receso de su alma evocó el
pasado, sintiéndose ligada al magnífico espíritu que allí estaba presente, aclarándose
inmediatamente su mente ante la promesa que hiciera de recibirlo en su seno, como hijo carnal.
El maravilloso contacto espiritual con Jesús hizo reavivar a María todos sus recuerdos del pasado
sobre el mundo paradisíaco a que ella pertenecía. Mientras una sombra de angustia le invadía el
alma al tomar nuevamente contacto con su organismo carnal, sintió prolongarse en su conciencia
física aquel éxtasis de Paz y Amor que la envolviera ante la presencia del ente sublime, que debería
encarnarse como su primer hijo. Aunque no podía definir claramente tan singular acontecimiento,
María narró a José el impresionante cuadro que le despertó tan sublime emoción espiritual, y la
seguridad de que iba a ser madre de un hermoso ángel descendido de los cielos. José, hombre de
sentido práctico y prudente, adverso a los sueños y a las fantasías, poco reales para su vida pobre,
miró ligeramente a su joven esposa y apenas le sonrió, seguro de que todas las madres, sólo
esperaban príncipes y no hombres comunes.
Pregunta: María, cuando estaba en vigilia, ¿no tenía la seguridad de que iba ser madre del
Mesías?
Ramatís: La elevada estirpe espiritual de María era más que suficiente para convencerla
íntimamente de la posibilidad de ser madre de algún espíritu elevado, pues sería como corolario de
su propia graduación espiritual. En la tierra, los padres talentosos jamás admiten que puedan generar
descendientes feos, imbéciles o deformados. Y, María no era persona grosera, presuntuosa o
vanidosa, pero si una mujer tierna, humilde, cariñosa y jovial, a pesar de su falta de cultura y dificultad
de raciocinios incomunes. Era adversa a la crítica, a la maldad y a la ironía, era modesta en su vivir,
su mansedumbre y sonrisa angélica le permitía atraer amistades sinceras. Cuando era soltera, fue el
centro de convergencia de las confabulaciones de sus compañeras; de casada con José, todos sus
vecinos, amigos y parientes la conocían por la denominación de la "Dulce María".
Jamás nadie la vio alterarse con los hijos de José, pues éstos también la llamaban madre y le
tributaban todo el cariño filial. Espíritu angélico, pertenecía a la misma jerarquía de los Amadores,
aunque sin igualar a Jesús en sabiduría sideral. Así, quiso el destino que viviera en Judea y de su
esponsalicio con José, viudo de Débora, se generó el cuerpo físico del sublime espíritu de Jesús y
atendiera a la voluntad del Señor en beneficio de la humanidad terrena.
Pregunto: El hecho bíblico, de que Jesús halla nacido del "linaje" de David, ¿no sería patrocinado
por los evangelistas, para justificar la profecía de Isaías? (Cáp. IX-vers. 6 y 7).
Ramatís: En base al avanzado metabolismo espiritual de Jesús y por ser un misionero, en vez de
un alma bajo rectificación kármica de las existencias pasadas, merecía un organismo de buen linaje
biológico carnal, proveniente de ancestrales celosos de su especie. Ese organismo carnal, además
de poseer todas las aptitudes, debería tener un cerebro físico que fuera capaz de resistir, sin
desintegrarse, el fabuloso potencial del espíritu de Jesús, hasta el plazo mesiánico cronometrado por
lo Alto. Su sensibilidad incomún y la capacidad de visión panorámica sobre la vida cósmica, lo hacían
merecedor de un equipo carnal de muy avanzada genealogía entre las mejores estirpes humanas de
la tierra.
Hacía muchos siglos que los psicólogos siderales investigaban los linajes y las
generaciones judaicas, respecto a su resistencia biológica ancestral, a fin de garantizar el éxito del
Mesías en la tierra para proporcionarle un instrumento carnal a la altura de su merecimiento y
naturaleza de su misión.
En
consecuencia,
fueron
seleccionadas
diversas
familias
hebreas y estudiados detenidamente los diversos aspectos de sus generaciones. De ahí resultó
que la descendencia de Hilel y la de David presentaban los genes más saludables y de mejor
vitalidad. Rápidamente, los
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