Sin embargo, la presencia sublime de Jesús sensibilizó en tal forma su sistema endocrino, que
María pasó a sentir profunda repugnancia por cualquier alimento carnívoro y sus derivados. El
paladar era muy sensible y prefería los alimentos delicados, como los panecillos de centeno untados
con mermelada de higos, jugos de frutas y en especial de cerezas, coincidiendo en todo, pues el
Maestro también los iba a solicitar en su vida terrena. Sus amigas y vecinas se esmeraban por
atenderla en sus preferencias nutritivas, tratando de conseguir hasta las "frutas fuera de tiempo" para
hacerle jarabes y caldos de pulpa.
Pregunta: Nos extraña, que el espíritu de Jesús antes de reencarnar, despertara en su genitora
esa tendencia particular por una alimentación a base de panecillos, miel, frutas y una gran adversión
a los alimentos carnívoros. Si todavía no había despertado en la carne, ¿cómo podría sugerir a su
madre el deseo por los alimentos preferidos?
Ramatís: Al tomar contacto nuevamente con la carne, Jesús pasó a evocar psíquicamente las
reminiscencias de sus existencias vividas en el orbe. Como espíritu de elevada estirpe sideral,
cuando vivió en la tierra lo había hecho en forma simple, frugal, adverso a la carne y nutriéndose con
las delicadas dádivas de la Naturaleza, por eso, ahora volvía a repetir el proceso dando lugar a los
buenos estímulos sobre el psiquismo de María, sugiriéndole alimentos sanos y delicados, como
realmente era su preferencia cuando se manifestó en' la materia, pues condecía con su naturaleza
superior.
Los gustos y preferencias habituales en Jesús en las últimas existencias terrenas, se
transformaron en evocaciones que convergían hacia el psiquismo de María despertándole reacciones
químicas en el sistema endocrino, sugiriéndole "deseos" por los alimentos mencionados
anteriormente
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.
Bajo la ley de correspondencia vibratoria espiritual, el cuerpo de María se volvió el revelador del
psiquismo delicado de Jesús y sus impresiones psíquicas le activaron los estímulos físicos, desper-
tándole el gusto por los alimentos de naturaleza superior, y su condición de espíritu angélico provocó
su repudio hacia la carne. Los recuerdos asocian ideas y despiertan deseos conforme sean las evo-
caciones hechas por la mente humana. Los niños, por ejemplo, aceleran su metabolismo endocrino y
producen jugos digestivos adecuados al consumo de los chocolates a la simple recordación de las
fiestas de Pascua. 'Tratándose de la tradicional fiesta de los "huevos de chocolate", asocian en su
mente las imágenes de los bombones, que estimulan el organismo en la producción de jugos y
hormonas, propias para digerir esa sustancia, tal como sucede ante la perspectiva de algún
aniversario de la familia, cuyos componentes comienzan a "pensar" en todos los platos preferidos que
van a gustar.
Los "sujetos" que son hipnotizados y retroceden hasta la infancia por la fuerza sugestiva de los
hipnotizadores, acostumbran a recusar los alimentos que en aquella época no les agradaban. Ese
regreso del "sujeto" hipnotizado, a veces, hasta la condición de lactante, se vuelve algo divertida,
porque recusa alimentos propios de los adultos, pero se satisface con la leche y sus derivados. En
verdad, las sugestiones impuestas al "sujeto" por la voluntad del hipnotizador, lo convence de que es
una criatura pequeña, entonces la mente instintiva frena el trabajo del sistema endocrino, reduciendo
la producción de los jugos gástricos y digestivos que no son adecuados para la alimentación a base
de leche.
He ahí porqué, Jesús durante la composición de su organismo etéreo-físico, asoció los elementos
y sustancias del mundo material que había utilizado en el pasado, proyectando en la mente de su fu-
tura madre las imágenes nutritivas simpáticas y familiares de su preferencia.
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En nuestra familia sucedió un caso que justifica lo manifestado por Ramatís. S. L. F., parienta nuestra, cuando estaba
grávida de su segundo hijo, pasó a despreciar la carne que tanto ella gustaba, manifestando repugnancia instintiva y
violenta al simple olor de los alimentos carnívoros. Pasó a nutrirse casi exclusivamente de arroz y ensaladas, dejando a sus
familias recelosos de adquirir una anemia en ese período tan delicado. Finalmente nació el hijo, el cual a pesar de
descender de padres brasileños, tiene la fisonomía exacta de un indochino, adverso a cualquier tipo de carnes o derivados,
alimentándose de arroz y huevos. Hoy, joven de 22 años, es un admirador de la música de oriente, especialmente de la
ópera "Turandot", de Puccini, cuyos enredos pasaban en la Indochina, la tierra de Ramatís. Más tarde supimos que había
sido un danzarín de ceremonial religioso en una pagoda china, en la frontera con la India.
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