Capítulo IX
MARÍA Y EL PERÍODO GESTATIVO DE JESÚS
Pregunta: ¿María vivió el período gestativo de Jesús, a semejanza de las otras mujeres?
Ramatís: Sin duda, pues no hubo nada de anormal respecto a los fenómenos comunes de la
gestación humana. Además, comparada a la mayoría de las gestantes terrícolas, donde
generalmente se hallan acometidas por ciertas reacciones psíquicas, un tanto agitadas, María fue una
parturienta feliz, pues vivió ese período sumergida en un mar de sueños y emociones celestiales,
provenientes del espíritu de Jesús y por la presencia de los ángeles que lo asistían.
Pregunta: Las emociones psíquicas de María, eran por causa de la presencia de Jesús en su
ligazón carnal, ¿no se reflejaban también en José, ya que era otro de los escogidos por lo Alto, para
desempeñar esa misión?
Ramatís: José, a veces, temía por cierto desequilibrio psíquico de María, procurando disuadirla
de sus ideas sublimes, fantasiosas, considerándolas como resultado de la fase delicada de la
gestación. Hombre práctico, realista y poco dado a las reflexiones trascendentes, jamás admitiría ser
el merecedor de una gracia tan elevada, conforme a la reflexión de su esposa de generar un hijo
genial o Espíritu misionero destinado a salvar al pueblo de Israel y para redimir a la humanidad
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Siendo tan grande la diferencia entre el "reino de Dios" y el reino de los hombres, José se hallaría
bastante compensado y venturoso, si el Señor le enviaba un hijo de buenas costumbres, trabajador,
obediente a las leyes del Tora, y que más tarde, fuera capaz de ayudarlo en el taller de carpintería.
Tal vez más tarde fuera un rabí e intérprete de las enseñanzas de Moisés; quizás, un modesto
terapeuta o un discípulo externo de la silenciosa congregación de los Esenios, quienes se
diseminaban pacíficamente por los montes de Judea, de Arabia, Persia y la India.
José era un hombre de costumbres disciplinadas, frugal en la mesa y adverso a los vicios y
pasiones inferiores. Se alimentaba comúnmente de frutas, vegetales, cereales y educaba a la familia
bajo las normas esenias que aprendió con los ancianos del Monte Moab. Creía en la reencarnación y
conocía la Ley de Causa y Efecto que le proporcionaba elevada moral; pero ignoraba la existencia de
los eslabones que había entre la jerarquía espiritual, pues consideraba a Jehová y a sus ángeles
como una clase de seres aparte, que debían vivir distantes de las torpezas humanas, sin descender y
humillarse para habitar un hogar tan modesto como el suyo. José se consideraba un gran pecador,
por eso, la visita continua de un ángel a su casa, como le afirmaba María, debía ser fruto de su
imaginación y sensibilidad espiritual. Escuchaba las extrañas revelaciones de su esposa, pero
disimulaba cuanto le era posible su incredulidad cuando ella le hablaba de su ángel de la guarda
resplandeciente y del destino glorioso de su hijo. Se deleitaba con la alegría material de su com-
pañera, oyéndole sus apreciaciones sublimes y que atribuía a toda madre joven, cuyo deseo era
generar un hijo talentoso, destinado a las glorias del mundo. Mientras tanto, José ignoraba que su
esposa estaba semi mediumnizada por la presencia de Jesús, ligado a su regazo materno que le
permitía emociones angélicas, como si fuera una prolongación viva de su venturoso espíritu.
Pregunta: Desearíamos saber, si María reveló algunos de los fenómenos peculiares a las
gestantes terrícolas, exceptuado la formidable influencia del espíritu del Maestro y sus ángeles
guardianes.
Ramatís: Cumplió el ciclo fisiológico impuesto por la gestación del cuerpo de Jesús, pero también
vivió los fenómenos característicos de ciertas parturientas, como ser la depresión sanguínea,
molestias respiratorias y la fatiga debido a la nutrición de otra vida en su seno. Hasta los "deseos
excéntricos" manifestados por las gestantes, también los reveló algunas veces.
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"He aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado hijo
del Altísimo, y le dará el Señor Dios, el trono de David, su Padre; y reinará en la casa de Jacob por siempre, y no tendrá fin
su reino." (Lucas, Cáp. I, vers. 31, 32 y 33.)
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