Capítulo VIII
MARÍA Y SU MISIÓN EN LA TIERRA
Pregunta: ¿Por qué motivo los Maestros Siderales escogieron al espíritu de María, para que en la
tierra fuera Madre de Jesús?
Ramatís: Lo Alto escogió a María para esa misión porque se trataba de un espíritu absolutamente
humilde, tierno y resignado que no interferiría en la misión de Jesús. Ella sería la madre ideal, amo-
rosa y paciente, sin las exigencias despóticas de los caprichos personales, pues manifestaba sus
pensamientos con espontaneidad. Además, antes de encarnar en la tierra, fue combinado, que la
infancia de Jesús sería orientada desde el mundo invisible por sus Ángeles Tutelares.
Aunque Jesús era un espíritu sideralmente emancipado e impermeable a cualquier sugestión
ajena que fuera capaz de desviarlo de su compromiso mesiánico, es lógico que podría ser afectado
en su infancia, por la influencia materna si fuera de condición viril, dominadora, egocéntrica y que
causaría serios perjuicios a su obra.
Muchos escritores, científicos, dirigentes religiosos, poetas, pintores, músicos o filósofos célebres,
fueron bastante influidos en sus vidas por el dominio tiránico de sus progenitores, quienes perjudica-
ron en cierta forma las cualidades extraordinarias de sus hijos.
Jesús tenía que desempeñar un trabajo de sentido específico y de interés común para toda la
humanidad; su tiempo era precioso y no podía desperdiciarse en cultivar cualidades artísticas, científi-
cas o en abstracciones filosóficas del mundo profano. Su obra se vería perjudicada si sus padres
intentaban imponerle directrices profesionales que alteraran los objetivos fundamentales de su
misión. Jesús necesitaba crecer completamente libre y desenvolver sus fuerzas espirituales en forma
espontánea para poder estructurar su ideal mesiánico, sin deformación alguna, desvíos posibles o
acechado por los caprichos del mundo.
Era un espíritu de graduación angélica, distinto a sus contemporáneos; su autoridad espiritual le
daba derecho para observar a la propia familia, siempre que intentasen apartarlo de su ruta
mesiánica. He ahí, el motivo por que desde lo Alto se prefirió el espíritu dócil y pasivo de María para
la misión sublime de ser la madre del Mesías a fin de protegerlo en su infancia y no perturbarle la
misión de amplitud colectiva.
Pregunta: ¿Cómo debemos entender, esa condición pasiva de María, al punto de no interferir o
influir en la formación psicológica de Jesús durante su infancia, siendo su progenitora?
Ramatís: María era todo corazón y poco intelecto; un ser amoroso, cuyo sentimiento seguirá
desenvolviendo hasta alcanzar la plenitud angélica. Sin embargo, todavía necesitaba apresurar la
mente en encarnaciones futuras para completar el binomio "razón-sentimiento", que libera al alma
definitivamente del ciclo de las encarnaciones humanas. Pero, además de participar en el programa
mesiánico de Jesús, también resolvió amparar bajo su amor maternal a otras almas que habían
contraído compromisos en el pasado. Era muy joven y recién casada y sin embargo no se negó a
criar a los cinco hijos del primer casamiento de José, viudo de Débora y que tuvo a su cuidado,
puesto que eran menores y se llamaban: Matías, Cleofás, Eleazar, Jaco y Judas, los dos últimos
fallecidos a temprana edad. A excepción de Jesús, que era un misionero elegido, los demás hijos de
José eran espíritus comprometidos por mutuas responsabilidades kármicas del pasado, cuya
existencia en común sirvió para amenizarles las obligaciones espirituales recíprocas.
María era muy amorosa, tierna y paciente, liberada totalmente del personalismo tan propio de las
almas primarias y no se esclavizaba a la ancestralidad de la carne. Poseía virtudes excelsas,
oriundas de su elevado grado espiritual. Cumplía con sus deberes domésticos y se dedicaba
heroicamente a la crianza de la prole numerosa, en forma tan despreocupada de su propia ventura,
como el buen alumno que acepta las lecciones primeras del alfabeto, pero que no se esclaviza al
aspecto material de la escuela. Ofrecía de sí misma, ternura, paciencia, resignación y humildad, sin
esfuerzo ni exigencias personales.
En la época de Jesús, las escuelas crecían notablemente en Jerusalén y las ciudades
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