Capítulo II
JESÚS Y SU DESCENSO A LA TIERRA
Pregunta: Jesús de Nazaret, al ser un elevado instructor espiritual, ¿tuvo necesidad de
providencias especiales para bajar o alcanzar su encarnación en la tierra, o ese acontecimiento
obedeció a las mismas y comunes leyes que regulan la encarnación de los espíritus en general?
Ramatís: Los nacimientos de "Avatares" o elevadas entidades siderales en vuestro mundo, como
lo fue Jesús, 'exigen providencias incomunes por parte de la técnica trascendental, cuyas medidas
son ignoradas e incomprendidas por los terrícolas. Es un acontecimiento previsto con mucha
antecedencia por la Administración Sideral
1
, dado que ese evento manifiesta una radical
transformación en la espiritualidad de la humanidad. Hasta los instantes de nacer esos selectos
espíritus debe asegurarse el "descenso vibratorio" con los recursos de defensa y asistencia
necesarios.
Además, para cumplir la misión excepcional en el plazo demarcado por la Dirección Superior, el
plano de su encarnación prevé el clima espiritual que ha de favorecerlo en la divulgación del mensaje
en la esfera física. De esa forma, encarnan con anticipación espíritus amigos, fieles cooperadores
que actualizan la difusión de las ideas, que han de ser nuevas, redentoras y recibidas de su magnífico
Instructor en favor de la humanidad sufriente.
Jesús fue un "Avatar", es decir, una entidad de muy elevada estirpe sideral, liberado de la rueda
agotadora de las reencarnaciones educativas o expiatorias. Su encarnación no se procesaba como la
generalidad de los espíritus primarios, que son atraídos hacia la carne por la predominancia del
instinto animal. Los espíritus demasía-do apegados a la materia, no encuentran ninguna dificultad
para sus reencarnaciones, dado que existe en sí mismos la fuerza impetuosa del "deseo" que los
impulsa hacia la materia.
Mientras tanto, Jesús, El Sublime Peregrino, al bajar a la tierra en misión sacrificial, sin culpas
kármicas que redimir, tuvo que realizar un esfuerzo de voluntad muy grande en su conciencia para
plasmar el deseo de retorno a la materia y conseguir los ligamentos con la carne, cosa que no hacía
por muchísimos milenios. Para vencer la distancia vibratoria que existía entre su elevado reino de
angelitud y el terreno y sombrío mundo, emprendió un esfuerzo indescriptible de "auto reducción" de
su potencial, como la que debería ejercer el rayo del Sol para quedar aprisionado en una vasija
terrena. Mientras que los espíritus inferiores son arrastrados naturalmente por las imperfecciones de
los "deseos" que los incentiva hacia la vida carnal, ligándose a la matriz uterina de la mujer,
obedeciendo apenas, al imperativo o instinto propio de su condición todavía animalizada
2
. En tales
circunstancias, los técnicos siderales se limitan a vigilar el fenómeno genético de la Naturaleza. Son
encarnaciones que obedecen a los moldes primitivos de las vidas inferiores, cuyos espíritus forman
las "masas" inexpresivas de la humanidad terrícola. Aun después de desencarnados no tienen
conocimiento de su estado porque todavía viven los deseos, las emociones y los impulsos de la vida
psíquica rudimentaria. Sin duda alguna, que el Señor no los olvida en su programa evolutivo,
orientándolos también, para alcanzar una conciencia espiritual más desenvuelta.
1
Ver la obra de Ramatís, Mensaje del Astral, Cáp. "Los Ingenieros Siderales y los Planos de la Creación", que da una
idea aproximada de la "Administración Sideral". De la obra de Chico C. Xavier, dictada por Emmanuel, Caminho da Luz, dice
lo siguiente: "Rezan las tradiciones del mundo espiritual, que en la dirección de todos los fenómenos de nuestro sistema,
existe una Comunidad de Espíritus Puros y Elegidos por el Señor Supremo del Universo, en cuyas manos se conservan los
roles directores de la vida y de las colectividades planetarias".
2
Según Buda, el elevado Instructor Espiritual de Asia, dice que "es en el deseo que se encuentra toda la causa del
mal, de todo dolor, de la muerte y el renacimiento en la carne. El deseo y la pasión nos adhiere a las formas materiales y
despierta en nosotros necesidades que nunca son saciadas. El fin elevado de la vida es eliminar del alma los potentes
torbellinos de los deseos".
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