Capítulo XXX
JESÚS Y PONCIO PILATOS
Pregunta: ¿Qué referencias nos podéis dar de Poncio Pilatos?
Ramatís: Como todos los procónsules que habían estado anteriormente en Israel, Poncio Pilatos
era detestado por los judíos, aunque él se mostraba bastante tolerante con los asuntos religiosos. Al
asumir la dirección de Judea procedió con mucha violencia, reprimiendo cualquier intento revoltoso o
conspiración con el suplicio aterrador de la crucifixión. Pero, en base a la política adoptada por Tiberio
de no debilitar la autoridad religiosa de los pueblos vencidos, pues encontraba más apto gobernar
esos pueblos a través de la astucia religiosa y bien organizada. Pilatos estaba muy convencido que
era casi imposible dominar a aquel pueblo inquieto, fanático y obstinado y al mismo tiempo audaz.
Por otra parte, el Sumo Sacerdote gozaba del prestigio de opinar personalmente sobre los procón-
sules, los que dependían de sus relatos enviados a Roma. Virgilio Galba, procurador que precedió a
Pilatos tenía poderes absolutos y determinaba a gusto qué Sumo Sacerdote debía estar al frente de
la dirección religiosa: pero, la política de Tiberio lo obligó a vivir en buenas relaciones con Caifás, el
Sumo Sacerdote del momento y que era hábilmente orientado por su suegro Hanan; que lo sucedió
en el cargo prestigioso y, muy deseado. En base a ese antecedente, Poncio Pilatos muchas veces
tuvo que inclinarse ante el sacerdote y declinar su irascibilidad contra los judíos para no desprestigiar
a Roma.
Poncio Pilatos tenía unos cuarenta y dos años, era robusto, de estatura mediana, colorado, cuya
fisonomía denotaba su fuerte inclinación por la vida sexual. Era calvo e intentaba disimular ese as-
pecto con un resto de cabellos que poseía a nivel de las orejas, y con los arreglos, propios de la
época. A pesar de mostrarse afable y atento, lo hacía movido por su conveniencia, pues
acostumbraba a platicar mucho tiempo en base a las tonterías religiosas de los judíos; el buen
fisonomista le observaría algunos trazos duros propios del déspota e insensible. No era rígido, pero
atemorizaba a quienes necesitaban de sus favores, pues se encolerizaba con facilidad cuando era
contrariado. En fin, traía el aire de los políticos de Roma, en donde los ambiciosos curvaban su cerviz
hacia el más poderoso para después extraerles el máximo de provecho o aplastarlos bajo la bota
militar. Pilatos, como ambicioso era muy prudente en el juego de sus intereses y muy cuidado de su
prestigio ante Tiberio, que le había dado el cargo. A pesar de su arrogancia y repulsión contra los ju-
díos, no se animaba a abrir una lucha frontal con el Sumo Sacerdote, que era un enemigo implacable
y peligroso pOr su astucia. Hanan, el suegro de Caifás cuando estaba en el cargo había señalado en
más de una oportunidad a Pilatos ante Roma, respaldando su astucia con muy ricos presentes,
influyendo a Tiberio por medio de comunicaciones tendenciosas. Gracias a Sejano, el amigo
particular de Pilatos y favorito del emperador, consiguió mantener el puesto codiciado de procurador
de Judea, y a partir de ese momento pasó a ser más cauteloso cuando debía tratar las cosas
sacerdotales. Además, el mismo Caifás le hizo saber en forma indirecta, que tenía pruebas de
algunos negociados inescrupulosos realizados con judíos interesados, que eran capaces de vender a
su propia alma, pues se hacían transacciones ilícitas por medio de las provisiones de víveres,
accesorios para las embarcaciones y abastecimientos para los ejércitos romanos. A través del
beneplácito de Poncio Pilatos, que también era parte interesada en cosechar futuras monedas de oro
para su cofre particular, ese negocio gozaba de libertad de acción en su forma especulativa. Por otra
parte, en esos momentos mantenía buenas relaciones con el Sumo Sacerdote, pues éste le enviaba
todos los días los faisanes mejores que recibía de la provincia de Galilea, higos, damascos secos o
abrillantados de muy fina calidad y unas buenas cajas de vino de Chipre.
Pregunta: ¿Qué le sucedió a Jesús cuando fue presentado a Poncio Pilatos?
Ramatís; El Pretorio Romano funcionaba en el antiguo palacio de Herodes, al lado de la
Torre Antonia donde se hallaban asentadas dos legiones romanas bajo el mando del comandante
Quinto Cornelio, el centurión de confianza del Procónsul. Quedaba cerca del templo y distaba
algunas cuadras de la casa del Sumo Sacerdote, pues los principales edificios quedaban en la parte
alta de la ciudad. Siguiendo la vieja costumbre romana, Poncio Pilatos comenzaba su audiencia
habitualmente
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