significado simbólico para el futuro. Jesús repetía la misma Pregunta todos los años después de la
ceremonia y así se expresaba: "¿Sabéis que hice con vosotros?" Y, conforme narran los evangelistas
respecto al "lavado de pies" expresaba lo siguiente: "Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado
los pies; vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros, porque ejemplo os he dado,
para que como yo he hecho a vosotros, vosotros también hagáis. En verdad, en verdad os digo que el
siervo no es mayor que su Señor; ni el enviado es mayor, que aquel que lo mandó. (Juan, Cáp. XIII,
vers. 4 al 17.)
Además, excepto Juan, los demás apóstoles ignoraban que la ceremonia del lavado de los pies
era parte del rito de los Esenios, como faz iniciática y característica del discípulo que deja el mundo
profano para ingresar en el "círculo Interno" del* mundo espiritual. Por otra parte, aquel sentido de
humildad explicado por Jesús como demostración que el "menor" en la tierra es el "mayor" en el
Reino de Dios, Jesús demostraba con su ejemplo, que sólo el Maestro era capaz y sabio para
consolar a sus discípulos y siervos, como también aliviarles los dolores y las vicisitudes sufridas en
los caminos del mundo transitorio de la carne. Sobre los cansados pies, llenos de polvo y heridas, se
condensaban los dolores y sufrimientos de los discípulos entre las desilusiones y hostilidades de la
vida humana; entonces, el Maestro los lavaba con su cariño característico, humildad y paciencia,
dejándolos limpios y aliviados, a fin de comenzar una nueva caminata.
Pregunta: Con relación a la última cena, desearíamos aclarar nuestras dudas respecto a la
acusación que hizo el Maestro a Judas, el discípulo que más tarde lo traicionaría. ¿Es verdad?
Ramatís: Entre los acontecimientos narrados por los evangelistas y los arreglados que
posteriormente introdujeron los exegetas católicos, se encuentra el aspecto que vosotros citáis. Si la
acusación indirecta de Jesús contra Judas fuera verdadera, sería uno de los más graves y
censurables desmentidos a sus elevados sentimientos de amor, cariño y perdón demostrados tan
ampliamente en el acto de la crucifixión cuando pidió al Padre que perdonara a sus verdugos, pues
ellos no sabían lo que estaban haciendo.
Hasta parece inaudito e inconcebible que después de configurar al Maestro como la máxima
expresión de renuncia y amor sobre la tierra, lo coloque en su sentir, igual al hombre común,
resentido e intrigante que peca deliberadamente al juzgar anticipadamente sobre la "posible" traición
de uno de sus discípulos.
Conforme narra el evangelista Juan, Cáp. XIII, vers. 21 al 30, Jesús primero dice: "En verdad, en
verdad os digo, que uno de vosotros me ha de entregar". Después que los apóstoles se recuperaron
de la angustia producida por aquella velada acusación, Pedro y Juan Preguntaron nuevamente al
Maestro sobre lo mismo, entonces el Maestro con gesto delator y vengativo responde: "Aquél es (el
traidor), a quien yo diere el pan mojado. Y, mojando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón
Iscariote". Y el relato de Juan agrega "Y tras el bocado entró en él Satanás".
En un acontecimiento tan comprometedor faltaría al Maestro hasta el último resquicio de piedad,
que es común a las personas de relativa formación moral, y lo que es de extrañar, que el Maestro
haría tamaña barbaridad ante un ligero presentimiento. Mateo, Cáp. XXVI, vers. 21 al 25, no hace
comentario alguno sobre el pan mojado entregado a Judas, pero es más chocante aun contra el linaje
angélico del Maestro, poniéndole en sus labios las siguientes palabras de acusación y maldición: "El
Hijo del hombre va ciertamente, como está escrito de él; pero hay de aquel hombre por quien será
entregado el Hijo del hombre; más le valiera a aquel hombre no haber nacido". Y respondió Judas,
Maestro, "¿Soy yo por ventura?" Entonces Jesús le dijo: "Tú lo has dicho". Analicemos; si Jesús
deseaba a Judas un fin trágico y abominable, no sólo lo confirma, sino, que lo) difama ante sus
compañeros, sentenciándolo como traidor. Ahora bien, si «detrás» del bocado de pan mojado entró
Satanás en Judas, conforme lo narra Juan, entonces es natural entender, que hasta ese momento,
Judas no había pensado traicionar a su Maestro, cosa que recién concibe ni bien introdujo el pan
mojado en su boca, y para colmo de las contradicciones, ese pan había sido "bendecido en la mesa
santa".
Pregunta: Se puede admitir que todas esas ocurrencias y desmentidos sobre la contextura
espiritual de Jesús, y que forman parte de los evangelios canónicos, ¿sean figuras simbólicas o
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