Si Jesús hubiese sido el mismo Dios hecho carne, ¿porqué se dirigió a un Padre, que sin duda
alguna, estaba en los Cielos
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?
Pregunta: Somos de la opinión que Jesús, a pesar de su capacidad espiritual y elevada
graduación angélica, gozaba de una asistencia excepcional desde lo Alto. Esa designación de "Hijo
de Dios", ¿se debía a la actividad in común que tenía que desarrollar en la tierra?
Ramatís: No fue la condición excepcional de "Hijo de Dios", como ser divino y por encima de la
contextura humana de los terrícolas, ni el tener asistencia privilegiada, lo que sustentó a Jesús en su
obra redentora, sino, su fe poderosa y su convicción incontrovertible en favor de la humanidad
terrena. Poseía en sí mismo, por fuerza de su jerarquía espiritual, la ventura y la paz tan deseada por
el hombre terreno. Su éxito no dependió de las protecciones celestiales, sino, de su amor intenso y
puro, de su afecto desinteresado e incondicional hacia el hombre. Esas virtudes, al expandirse desde
su alma contagiaba a cuantos seres lo rodeaban, así como el clavel y el jazmín no pueden evitar, que
el perfume inherente a su naturaleza floral se desprenda y pose sobre las demás flores del jardín.
Jesús no tenía dudas respecto a la realidad del "Reino de Dios" a difundirse entre los hombres,
porque ese ideal era una manifestación espontánea de su alma, liberada de la rueda viciosa de las
reencarnaciones planetarias. ¡No había nada que lo atrajera hacia el goce y los entretenimientos de la
vida carnal! Toda fascinación e invitaciones capciosas del mundo exterior, no conseguían atraerlo
hacia los reinados del "César", ni lo hacían desistir del "reino de Dios" que continuamente pregonaba
al hombre, para "salvarlo" de la ilusión y del cautiverio carnal.
La tarea mesiánica de Jesús se desenvolvía sin irregularidades por su parte, pues estaba
sustentada por la vida superior de su espíritu. Su presencia amiga y su semblante sereno
impresionaba a todos los oyentes, ya fueran apóstoles, discípulos, simpatizantes, hombres del pueblo
y también a sus enemigos.
Así como el calor activa al cuerpo que padece de frío, su presencia infundía ánimo y esperanzas,
naciendo que las personas olvidaran los intereses de la vida humana. La fuente que mitiga la sed de
los viajeros no necesita de "interferencias misteriosas" para aliviar a los sedientos, dado que posee el
atributo refrescante como condición inherente a su propia naturaleza. Jesús, también era una fuente
sublime y bendecida de "agua espiritual", siempre lista a mitigar la sed del afecto, alegría y esperanza
para los peregrinos de la vida terrena, sin necesidad de usar armas agresivas, como ser monedas,
recursos políticos, credenciales académicas y otras cosas del mundo para divulgar la "Buena Nueva".
En vez de escoger a sus discípulos entre los doctos y ricos, los eligió entre los pescadores fuertes e
ignorantes, pero honestos y sinceros. Espíritu magnánimo y sabio, pero humilde, ninguno logró
superarlo o vencerlo en el ambiente terráqueo, pues su aura excelsa, radiante de luz, aunque
imperceptible a los sentidos de quienes lo rodeaban, demarcaba fronteras defensivas contra las
malas intenciones y los pensamientos oscuros de sus detractores.
Pregunta: Jesús, ¿evolucionó en forma idéntica a los demás hombres, en las reencarnaciones
que tuvo en otros mundos?
Ramatís: Jesús, también fue inmaduro de espíritu y realizó el curso espiritual evolutivo a través
de los mundos planetarios, hoy desintegrados en el Cosmos. Eso fue hace muchísimo tiempo, pero
ocurrió bajo el mismo proceso que Dios, Amor y Justicia, aplica a todos los hombres, sin distinción. Si
no fuera así, el Creador sería un Ente injusto e incapacitado, capaz de conceder privilegios a los
preferidos y desheredar a los menos simpáticos, cayendo en el error de los políticos terrenos que
premian a sus electores y hostilizan a los votantes de otros partidos. En verdad, todas las almas
progresan por el mismo mecanismo —si así cabe manifestar— para adquirir su conciencia espiritual,
gozando también de los mismos bienes y derechos siderales.
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Nota del Revisor: Ver Epístola a los Calatas, Cáp. IV, vers. 4; "Mas cuando vino el cumplimiento del tiempo, envió
Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido sujeto a la Ley". Es evidente, que Pablo de Tarso en esa epístola, deja muy bien
aclarado, que Jesús no es Dios. Y, si el Maestro nació de una mujer y sujeto a la Ley, es obvio que nació con un cuerpo
carnal y conforme a todos los seres humanos. La citación de Pablo no admite otras conclusiones.
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